Todo acabó como se podía prever. El Córdoba Futsal tuvo el final esperado pero el guion de la jornada se enrevesó de mala manera en muchos momentos. En medio del empacho de partidos de un mes de marzo al límite, al equipo cordobés le bullía en la mente la irritante sensación de estar ante una cita trampa. El Burela es un club con empaque en el panorama nacional, desde luego, pero la cuestión es que esta temporada no le gana absolutamente a nadie y su desplome a Segunda es un caso sin remedio. Así que había que ganar. Y hacerlo bien, con solvencia. De ahí el talante del Córdoba en su puesta en escena, que fue más bulliciosa que efectiva. Tuvo el control, llegó con frecuencia y asustó a Kaluza con trallazos de Shimizu y Zequi que no fueron entre los palos. El público tenía tantas ganas como los jugadores, pero ese exceso de entusiasmo no terminaba de traducirse en una ventaja en el marcador.

Y el Burela, con poco que perder pero con mucho orgullo, se comportó con valentía. Cristian Ramos sacó de apuros a su equipo ante una andanada de tiros peligrosos consecutivos de Iago Míguez, Quintela y Wanderson. En las filas blanquiverdes se detectaba la incomodidad. Las rotaciones de Josan González no terminaban de activar a un Córdoba que perseguía el gol con mucha prisa. Hasta el habitualmente flemático Shimizu tuvo un rifirrafe con Wanderson, con el que se encaró tras sacar el brasileño el codo. Cristian siguió su particular recital al desviar un tiro de falta por la que Viana vio tarjeta amarilla.

Con el Córdoba ofuscado llegó una acción que prendió la mecha del partido. Tras una jugada en la que se produjo falta sobre Saura, los árbitros dejaron continuar y Quintela marcó el 0-1, que festejó con una coreografía que enervó a la grada. La presumible fiesta había quedado olvidada. No había sonrisas. Aquello era un festival de ceños fruncidos y protestas. Hasta Saura, cuando anotó el gol del empate, tuvo una peculiar celebración. Se desmarcó de los abrazos, se señaló el dorsal y dedicó su tanto con un gesto a los aficionados. El graderío cantaba como pocas veces, prolongando el estado de excitación que había vivido unos días antes con los cuartos de la Copa del Rey. Pero el duelo se había tornado por entonces en una pelea cruel, que se cobraba sus víctimas. Caio y Diz se retiraron con sendas lesiones.

Intervención de Cristian Ramos en el partido entre el Córdoba Futsal y el Burela. Manuel Murillo

Jesulito estuvo a punto de marcar tras una dejada de tacón de Shimizu y la réplica la puso Pazos con un lanzamiento que desvió Cristian, en una línea de eficacia sobresaliente. El Burela, animado por el marcador, apretó hasta el final de una primera parte extraña, en la que los blanquiverdes se quedaron en el amago y los lucenses se ganaron el derecho a soñar con lo que para ellos era una experiencia inédita este curso liguero: ganar.

Golpe a golpe

Con el Burela en la misma tónica indómita de la primera parte, el Córdoba Futsal trató de dar un paso adelante en un encuentro nada sencillo. En una jugada de estrategia, un disparo colocado de Miguelín estuvo a punto Isma de introducirlo en su portería en su despeje con el pecho en la línea. El plan empezaba a funcionar. La insistencia del Córdoba era conmovedora. Todos arrimaron el hombro y el muro lo derribó Lucas Perin. El brasileño, que volvió a vaciarse en la cancha, lanzó un zapatazo que sorprendió a Kaluza. Los cordobesistas, culminada la remontada pero con un inquietante marcador, insistieron para intentar terminar de una vez por todas con una jornada laboral que se les había complicado más de lo que podían imaginar. El Burela sintió el mazazo. Sus componentes revivían lo de siempre: con mejor o peor rendimiento, siempre acababan desarbolados.

Con el grifo abierto, aquello ya fue un chorreo. En apenas diez segundos, Álex Viana y Zequi destrozaron al Burela con dos goles. El colista se desmoronó ante un Córdoba que aprovechó la quebradiza moral de los gallegos cuando se les torcieron las cosas, algo a lo que están para su desgracia habituados. El Burela tiene agallas, no se le puede negar. Si como equipo se van a Segunda, como individuos pueden buscarse un nuevo porvenir. Jugadores como Wanderson, Isma o Shunta se reivindicaban con un ardor quizá excesivo, pero entendible, en un Vista Alegre que disfrutaba de una victoria ya bien aferrada.

A seis del final, con portero-jugador, el Burela decidió perseguir lo imposible. Caio, desde su campo, anotó con maestría el quinto de la noche para agrandar la herida. Y falta de medio minuto, Saura rozó el sexto en un doble penalti y Miguelín también se quedó al borde. Todos querían un poco más, pero con eso bastaba. Victoria, tres puntos más y otro tachón en un calendario diabólico. El próximo martes llegará a Vista Alegre el Jimbee Cartagena.

Ficha técnica

5 -Córdoba Futsal Patrimonio de la Humanidad: Cristian Ramos, Pablo Del Moral, Caio, Lucas Perin, Shimizu -equipo inicial-, Jesulito, Álex Viana, Saura, Miguelín, Zequi y Ricardo.

1 -Pescados Rubén Burela: Kaluza, Pitero, David Pazos, Wanderson, Álex Diz -equipo inicial-, Nito, Lucho, Iago Míguez, Isma, Renato, Rikelme y Shunta.

Goles: 0-1, min. 13: Quintela. 1-1, min. 16: Alberto Saura. 2-1, min. 26: Lucas Perin. 3-1, min. 30: Álex Viana. 4-1, min. 30: Zequi. 5-1, min. 34: Caio.

Árbitros: Moreno Durán (madrileño) y Moreno Reina (andaluz). Amonestaron con tarjeta amarilla a los locales Josan González, Álex Viana y Cristian y al visitante Shunta.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 18 del campeonato de Liga de Primera División, disputado en el Palacio Municipal de Deportes Vista Alegre ante unos 2.000 espectadores. En el descanso recibió una distinción por su apoyo al equipo la peña Los Locos del Futsal. El momento más emotivo estuvo en la petición de matrimonio por parte de un componente de este colectivo, Paco Hurtado, a su novia, Talía Fernández, entre la ovación de todo el pabellón. También recibió un aplauso especial la selección española de fútbol powerchair -en silla de ruedas mecanizada-, que está concentrada en Córdoba y tiene a tres jugadores blanquiverdes en sus filas.

La petición de mano en el descanso del partido en Vista Alegre. Manuel Murillo