Llegan quejas desde la Villa Olímpica de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Provienen de deportistas que no están muy contentos porque la cobertura de wifi parece que no es la mejor del mundo, y tampoco la comida. No gusta, además, que las habitaciones dispongan de una serie de 'camas calientes'. O sea, terminas la competición y buscas enseguida un autobús al aeropuerto para marcharte de China porque otro, cambiadas las sábanas, ocupará tu lugar de descanso.

Pero Lucas Eguibar no se queja. Sonríe a través de la conexión vía zoom que refleja su imagen desde la Villa Olímpica, el día en el que ha celebrado su 28 cumpleaños y una jornada antes, con la diferencia horaria entre Asia y Europa, en que se juega la fortuna, primero de la clasificación, y luego de las medallas para suceder a Regino Hernández, el primer astro del snowboard español que conquistó un bronce invernal hace cuatro años.

El título mundial

Hace 12 meses Eguibar llenaba las primeras páginas de los diarios deportivos españoles, lo que era un mérito mayúsculo, porque él ni chuta balones ni practica una especialidad que sienta a miles de personas delante de un televisor, si acaso se retransmite alguna de sus bajadas cuando está en los Juegos o en el campeonato del mundo. Hace un año este guipuzcoano ya universal se proclamó campeón del mundo, título que, en principio, lo catapultaría esta madrugada hacia una medalla, pero en el snowboard cross (los 'riders' descienden por una pista con curvas peraltadas y son fáciles los encontronazos entre ellos, con lo que no vale solo el ganar a los demás), aparte de llegar primero, prima la buena suerte. "Puedes estar a punto de ganar, te tocan por detrás y te caes". Y adiós a los sueños, a una buena clasificación e, incluso, a no poder disputar la final, a partir de las 7 de la mañana de este jueves.

Fortaleza mental

Otros deportistas, sin la fortaleza mental de Eguibar, ya se habrían dado de baja de los Juegos por unos problemas de espalda que lo atormentan desde hace meses. Sin embargo, y por fortuna, las dolencias han ido disminuyendo. "Fui elegido para ser el primero en probar la pista y, aunque me gustó, enseguida me quejé porque yo soy un 'goofy' y hay unas curvas que no se adaptan a mis características. Otros 'goofys` hicieron como yo y al final nos han arreglado un poco las curvas".

Y es aquí dónde viene la pregunta. ¿Qué significa ser un 'goofy' en términos de snowboard? Ser un 'goofy' significa que colocas el pie derecho por delante de la tabla. Si primas el pie izquierdo entonces eres un 'regular'. "Si eres 'goofy' este circuito no se adapta tanto a tus posibilidades. Pero haré todo lo que esté a mi alcance. Cada bajada es un mundo. Voy a estar luchando y si puedo daré un golpe encima de la mesa", promete.

Eguibar Queralt Castellet comparten madrugada, un periodo de tiempo que puede convertirse desde una pequeña colecta de medallas hasta un pequeño desencanto si no logran sus objetivos. Ambos estarán unidos por la pasión con la nieve y una tabla de snowboard.

Mirambell llevará el dorsal número 1

Ander Mirambell también debuta esta próxima madrugada. Y lo hace como piloto de skeleton, con su cabeza enganchada al hielo y descendiendo con su trineo, en algunos puntos, a más de 120 kilómetros por hora. Le ha correspondido en suerte llevar el dorsal número 1, que guardará como un tesoro acabada la competición. A los 38 años fue el abanderado del equipo olímpico español, junto a Queralt Castellet, en la ceremonia de apertura de los Juegos. Su intención, en sus cuartos Juegos, es mejorar la clasificación de sus anteriores experiencias, para intentar quedar entre los 30 primeros, entre las sesiones de esta madrugada y las dos series previstas para el viernes por la mañana. "Llevo todo el cuerpo lleno de moratones por los choques contra el muro de hielo, pero es normal porque siempre te haces daño cuando impactas a más de 100 kilómetros por hora".