Existen personas que transmiten algo especial cuando entablas una conversación con ellas. De esas que son capaces de hacerte llegar toda la alegría que sintieron en un momento de su existencia o el dolor más absoluto que sufrieron. Un claro ejemplo es el de Cristian Ramos Ortas (Córdoba, 1991). El guardameta del Córdoba Patrimonio de la Humanidad es, junto a Jesús Rodríguez, uno de los cordobeses que permanecen de la etapa emergente del conjunto blanquiverde. Vivió el ascenso a Primera División y la amargura de varias lesiones de rodilla que le hicieron plantearse tirar la toalla. Sin embargo, gracias a su perseverancia y al apoyo de su familia, decidió superar cada reto que surgió en su camino para convertirse en uno de los líderes del vestuario.

-Por el momento, en este primer tramo de la temporada, ¿cómo considera que están marchando las cosas para el Córdoba Patrimonio de la Humanidad?

-Pues los objetivos que nos marcamos al inicio se están cumpliendo. Estamos lejos del descenso y ahora miramos al final de la primera vuelta con otro como es la Copa de España. Se podrá o no conseguir, pero se hará con la tranquilidad de que el principal está casi cubierto bajo mi punto de vista.

-Precisamente acaba de mencionar esa Copa de España. Son novenos y están muy cerca de optar a participar en esta competición. ¿El grupo está concienciado para ello?

-Lo más importante es que depende de nosotros. Si ganamos lo que tenemos por delante, al final estaremos entre los ocho equipos que participarán. Es verdad que, como en todos los deportes, hay altibajos y puedes pinchar, pero sí, el vestuario es consciente de su capacidad para conseguirlo y lo intentaremos.

-De cara a este curso se mantuvo una importante base y todo ello ayudó a que desde el primer instante se estuviera peleando por objetivos ambiciosos.

-Sí, dimos un salto de calidad y de experiencia, algo que nos faltaba en estos años, al mantener esa base y con la llegada de los nuevos fichajes. No solo me refiero a las incorporaciones en pista, también señalo a los que firmaron para el cuerpo técnico. Ahí se notó un gran salto de calidad.

Cristian Ramos, portero del Córdoba Futsal, en el Palacio de Deportes Vista Alegre. Manuel Murillo

-Una de las renovaciones fue la suya. ¿Qué le llevó a ello y hasta dónde cree que puede crecer el Córdoba?

-Siempre lo he dicho. Mi primera opción será quedarme y, ojalá, pueda ser uno de los cordobeses, junto a Jesús Rodríguez, que se retirase aquí después de conseguir el ascenso a Primera. Este equipo, y el propio club, pueden llegar al lugar que quiera y Córdoba, como ciudad, sabe apreciar lo que tiene. Es impresionante cómo nos acoge en la categoría, todo lo que nos arroparon durante la cuarentena. Por eso digo que, entre todos, llegaremos hasta donde realmente queramos.

"Mi primera opción será quedarme y, ojalá, pueda ser uno de los cordobeses, junto a Jesús Rodríguez, que se retirase aquí después de conseguir el ascenso a Primera"

-Mencionaba a Jesús Rodríguez, un jugador con el cual comparte capitanía y de los pocos que han vivido la gran etapa dorada de la entidad.

-El capitán en sí es Jesús y yo soy el primero si él no está por lesión, algo que evidentemente no me gusta. Es un orgullo representar a mi equipo como capitán y más aún en un Vista Alegre lleno.

-Este verano también fue llamativa la salida de varios cordobeses como Cordero, Manu Leal o Koseky. Muchos piensan que la esencia del Córdoba empezó a perderse por ello. ¿Qué opina al respecto?

-A ver, todo tiene su proceso. A nivel personal fue duro porque no eran compañeros, ya eran amigos. Hemos vivido muchas cosas juntos y pasamos días complicados. Convives con ellos casi más que con tu familia entre los entrenos, los viajes y los partidos. El club decidió dar ese paso adelante tirando de gente más veterana, con más tablas en la categoría y hay que respetarlo. El tema es adaptarte a eso.

-A fin de cuentas, la plantilla blanquiverde es una familia que se arropa en las buenas y en las malas

-Nosotros sabemos y somos conscientes de que estamos expuestos a todo tipo de críticas. Hay que saber llevarlas pero siempre con una cordialidad y un saber estar en sí. El fútbol sala es un deporte colectivo y cualquiera puede tener un día malo, pero si cada vez que pase se nos señala, pues es injusto.

-¿Considera que la posición de portero es una de las más ingratas?

-Por supuesto. Debes tener la cabeza muy bien amueblada y saber llevarlo. Una semana eres el mejor y a la siguiente el peor. Puede cambiar todo en un momento o en un partido, que te metan un gol tonto en el último minuto y se chafa todo. A los más pequeños, en mi escuela de tecnificación, les intento inculcar que deben ser fuertes de mente porque es lo que te llevará a ser algo o no.

-¿Cómo ve la gestión que hace Josan González sobre este puesto en concreto?

-La veo bien. Entre Alfonso Prieto y yo hacemos una competencia muy alta y, sobre todo, sana. Esa es la clave para tenernos al máximo nivel y Josan lo lleva bien. El año pasado confió en Alfonso y este año algo más en mí, aunque ahora va alternando. Lo dosifica bien y lo más importante es que lo note el equipo.

"Una semana eres el mejor y a la siguiente el peor. Puede cambiar todo en un momento o en un partido, que te metan un gol tonto en el último minuto y se chafa todo"

-Usted, como cordobés, ya ha expresado el motivo por el que quiso seguir. Pero en los casos de Pablo del Moral o Zequi, ¿qué tiene Córdoba que a tanta gente termina enganchando?

-Claro, yo, que soy de aquí, solo diría cosas buenas de la tierra. Aquí la gente acoge muy bien a los de fuera, incluso este año especial, entre comillas, por las bajas de los cordobeses. A los nuevos se les recibe muy bien, pero también en la propia ciudad. En ese aspecto ellos mismos saben dónde están y quieren seguir aquí por eso.

Cristian Ramos, portero del Córdoba Futsal, en el Palacio de Deportes Vista Alegre durante la entrevista. Manuel Murillo

-Y a eso hay que añadirle la presencia de Miguelín. ¿Le sorprendió su llegada? ¿Qué aprende de él cada día?

-Sorprenderme por supuesto. Es que jugar con alguien de esa talla mundial es un orgullo. Y en lo que respecta al aprendizaje, pues a diario lo haces. Lo bueno es que no solo en la pista, sino como persona y capitán. Él lo fue casi una década en ElPozo Murcia y procuro hablar con él y pedirle opinión. Te puedo asegurar que es mejor como persona que como jugador y todos los días aprendo algo nuevo de él.

-Si nos situamos en febrero de 2020, precisamente contra ElPozo de Miguelín, ¿qué se le viene a la mente?

-La lesión de rodilla. Al final pienso que es un obstáculo más superado, una piedra en el camino. Cuando sales a jugar te expones a que suceda cualquier cosa. A partir de ese día salgo a entrenar y a jugar como si fuera la última vez. Así, por las lesiones, valoras lo que tienes, lo que te ha costado llegar al sitio en el que te encuentras. Llevo por desgracia dos lesiones de rodilla y siempre pienso que puede ser el último día que estoy en este deporte. Por eso intento dar siempre lo máximo.

-¿Cómo gestiona un jugador mentalmente una lesión como aquella?

-La verdad es que es complicado. Es una lucha constante contigo mismo para no bajar nunca físicamente. La rodilla te pide más, que estés siempre estable. En la dieta igual, no puede aflojar porque eso insconscientemente te lleva a no estar a tu 100% y es cuando te pueden pasar estas cosas.

"Jugar con alguien de la talla mundial de Miguelín es un orgullo. Y en lo que respecta al aprendizaje, pues a diario lo haces. Lo bueno es que no solo en la pista, sino como persona"

-También la mala suerte se cebó con usted porque todo ocurrió unas semanas antes de que se declarara el Estado de Alarma y el confinamiento domiciliario. Una complicación sin precedentes.

-Todo el mundo me dice lo mismo, pero lo veo como una suerte. Ten en cuenta que me operaron a la semana siguiente de lesionarme y justo después llegó el confinamiento, por lo que ya no podían realizar intervenciones. La recuperación la hice en mi casa por mi cuenta, aunque intento mirar siempre el lado bueno de las cosas. Hubiera sido peor que me operaran más tarde porque no había medios para ellos por cómo estaba la cosa.

-En todo el tiempo que pasó en casa qué se le viene a uno a la mente. ¿Le asaltan las dudas?

-Te planteas muchas cosas. Siempre tuve en la cabeza que debía recuperarme para volver a jugar, no quería retirarme por una lesión. Quiero hacerlo jugando y cuando el cuerpo me lo pida. Pero sí, es verdad que la mente, cuando te dan bajones, que te dan, te hace pensar en si debes dejarlo. Por suerte tengo una familia muy buena que me apoyó para que nunca tirase la toalla.

-¿Dejó de sentir en algún momento el cosquilleo especial que uno tiene cuando salta a una pista?

No, siempre tuve la esperanza de ver cómo iba a regresar. Creo que cuando lo hice de titular en Palma, quitando los seis minutos de Cartagena, incluso estaba a mejor nivel del que me fui. Me notaba mucho mejor y más ágil. Si bien la confianza se gana con los partidos, estaba mejor que el año anterior.

-Lo resaltaba ahora. El 31 de octubre de 2020, en Cartagena, tuvo ese reencuentro. ¿De quién se acordó en ese instante?

-Quedarse con una persona en sí es difícil. Mi pareja es la que ha sufrido todo, los malos momentos, los malos humores y encima en una cuarentena, que debía estar ahí pendiente mía. También, como no puede ser de otra manera, de mi hija. Mucha gente, a decir verdad, se sacrificó por mí como Koeman. Él fue el fisio que, cuando relajaron un poco el confinamiento, me abrió las puertas de su casa para recuperarme. Los de UNIFI me trataron junto a Álvaro García y a Juanda Belmonte una vez firmó aquí. Si me dejo a alguien que me perdone, pero fue increíble el cuerpo técnico particular que tuve para la recuperación.

-Es que su vida siempre ha estado vinculada al deporte. ¿Qué puede contarme de sus vivencias en el fútbol sala?

-No recuerdo mi vida sin el fútbol sala. Empecé en las escuelas deportivas de bebé en Adeval y desde entonces no he estado un año sin jugar en ningún equipo. De hecho intercalé un poco con el fútbol pero nunca dejé la pista. Sí, he estado en categorías más altas o bajas y aquí mis compañeros se ríen de mí. Eso sí, soy de los pocos jugadores que he pasado por todas las categorías, desde provincial a Primera División. Ahí se ve el trabajo para llegar a la cima.

-Prácticamente ha permanecido en la provincia de Córdoba toda su carrera salvo su estancia en Lanzarote. ¿Positiva experiencia en Segunda?

-Fue una experiencia más porque era muy joven. Acababa de salir de juvenil con 18 años y la cabeza no es la misma que la que tengo ahora. Eso sí, una experiencia muy bonita. Deportivamente hablando, con la edad que tenía, tuve las oportunidades que me pudieron brindar y estuve contento. Una pena que el equipo desapareciera al año siguiente y se me paró todo porque tuve que volver a Córdoba. Después me rompí por primera vez la rodilla y estuve mal por eso.

"Empecé en las escuelas deportivas de bebé en Adeval y desde entonces no he estado un año sin jugar en ningún equipo"

-Defendía la meta del ICCA La Salle y surge la posibilidad de fichar por el conjunto blanquiverde en 2017. ¿Había mucho en lo que pensar?

-Pues tenía muchas dudas, no te creas, y me lo pensé mucho. Estaba jugando en provincial con mis amigos, muy tranquilo y sin mucho entrenamientos. Entonces José García Román me llama y es una ilusión tremenda. Tenía la espinita clavada de Lanzarote, de no poder demostrar todo lo que podía dar en Segunda División. La ilusión me hizo dejar un trabajo que tenía nada más que por jugar otra vez en la categoría de plata.

-Un ascenso a Primera División en 2019, campeones de Andalucía en 2020 y el club asentado en la élite. ¿Esperaba que fuera tan bien la historia en el Córdoba?

-Sinceramente no, sobre todo viendo los equipos anteriores de Córdoba como el Grupo Pinar. Tenía el miedo de que la ciudad no respondiera, pero tanto José como Córdoba lo hicieron muy bien. Es que tuvimos la suerte de formar el mejor grupo cordobés que se podía juntar para hacerlo. El primer año nos quedamos a un partido de meternos en la lucha por subir a la máxima categoría y al año siguiente ascendimos. Nadie lo podía pensar, veníamos a entrenar desde nuestros trabajos solo porque éramos amigos. Valorábamos eso más que otra cosa y para disfrutar. Mira cómo se consiguen las cosas (sonríe).

-Pensándolo en frío, ¿con qué momento se quedaría de los vividos?

-Puf, es complicado. El ascenso fue bonito, pero me quedaré siempre con el primer año en Segunda. Había muchas dudas de si íbamos a rendir y creo que perdimos los dos o tres primeros partidos. Incluso Burela nos metió ocho y la gente decía que no dábamos el nivel. Y ahí empezamos a mejorar. Ganamos en Mengíbar, la primera victoria en esta división, y a partir de ahí vencimos siete u ocho seguidos. Ese triunfo marcó hasta dónde podía llegar el equipo. Si hubiéramos perdido más, al final te metes en descenso y la historia hubiera sido diferente. Se diseñó lo que podía venir.

-Córdoba siempre ha sido una gran cantera a nivel nacional de fútbol sala, pero faltaba un proyecto como el que empezó a gestar José García Román.

-Sí, al final siempre existieron buenos jugadores y por diversas circunstancias salieron. El club avanzó en ese aspecto trabajando muy bien la cantera con la metodología del primer equipo. El paso adelante final ha sido a través de Josan, que viene de trabajar con la base de ElPozo Murcia. Qué mejor que coger la dinámica de un equipo campeón en Segunda con el filial y que la mayoría de su cantera está jugando en Primera. Tenemos que aprovechar lo que tenemos y se está haciendo bien.

"Nadie lo podía pensar, veníamos a entrenar desde nuestros trabajos solo porque éramos amigos. Valorábamos eso más que otra cosa y para disfrutar"

-¿Se ve como un espejo donde los jóvenes puedan mirarse de cara a su futuro?

-Sí, pero no solo como portero, sino como persona. A mí me ha costado muchísimo llegar. Una de las cosas que les digo es que da igual cuándo, pero que con trabajo, esfuerzo y dedicación se llega hacia donde quieras. Hay que ser constantes, todos mis niños me piden consejos y no solo para el juego, también en la vida personal y estoy muy pendiente de ellos. Intento trabajar más la cabeza, como te decía antes, que los aspectos del juego.

Cristian Ramos, portero del Córdoba Futsal, en el Palacio de Deportes Vista Alegre. Manuel Murillo

-Del crecimiento en Primera y de la campaña de abonados quería preguntarle. El presidente realizó varios llamamientos a la afición porque las cifras no eran muy positivas. ¿Cree que se ha dado un paso atrás?

-Sí, los números están ahí y no nos podemos engañar. Creo que influye que el Córdoba de fútbol va bien. Ojalá siga así, por supuesto, ya que es bueno siempre para la ciudad, pero nos merma un poco en ese sentido. El año anterior al confinamiento, el Córdoba estaba ahí ahí y nos subió particularmente mucho. La gente tiene que entender que ambos vamos unidos, no es elegir uno u otro. Todos luchamos por lo mismo. Hemos dado un paso atrás, pero siempre digo que no somos rivales, somos complementarios. Si a uno se le apoya, al otro también. Igual que cuando ellos estaban para descender que toda la plantilla del fútbol sala íbamos a verlos y a animarles. Es una de las cosas que Córdoba tiene que entender. Hay que apoyar a ambos porque tirarán de la ciudad hacia adelante en ese sentido.

-Por último, le formulo una cuestión clásica en estas fechas. ¿Qué deseo le pediría al próximo año?

-Pues pediría poder jugar mi primera Copa de España, eso sería un sueño. Tenía otro, que ya cumplí, con participar en Primera. Ahora espero jugar esa competición copera alguna vez antes de retirarme y ojalá sea en 2022.