La noticia corría por Villanueva a primeras horas de la mañana: Carmonilla ha muerto. Esta madrugada fallecía a los 87 años en la Residencia del Salvador de Pedroche. Se ha ido una persona que entregó su vida a su pueblo y al fútbol. Él siempre decía: “El fútbol ha sido mi gran pasión, aunque por él me he arruinado muchas veces”. Tanta pasión tenía por el fútbol que se casó un lunes porque el fin de semana tenía partido. No habrá nadie igual que él.

Bartolomé Carmona fue jugador del Villanueva, Pozoblanco y Córdoba. Jugó hasta los 44 años. Era un jugador hábil, ratonero, que se desenvolvía de segunda punta en esos tiempos en los que el fútbol se jugaba con las vísceras. Siempre estaba en el sitio, un goleador nato. Una vez que colgó las botas fue entrenador, directivo y presidente. Cogía el club cuando llegaban las elecciones y nadie se hacía cargo del equipo. Decía que su Villanueva no desaparecería mientras él pudiera. El campo de fútbol lleva su nombre desde 2016.

Su tercera etapa fue como comentarista. Radiaba los partidos a su modo, de una manera exagerada. Evocaba a su Virgen de Luna con su célebre frase: "Virgencita, virgencita, que marque mi Villanueva". Atendía a todas las emisoras de radio y fue corresponsal deportivo del Diario Córdoba. Celebró como nadie el ascenso del CD Villanueva a Tercera División y, posteriormente, a Segunda B. Para él fue un sueño que su Villanueva jugara ante el Córdoba en competición oficial.

Querido por todos

Carmonilla nació para vivir y morir por su Villanueva. Un poco "enrea" y fullero, pero siempre lo hacía por el bien de su equipo y de su pueblo. En Villanueva ayudó a mucha gente tanto en Cruz Roja como en Cáritas. También en su comercio donde dejaba fiado a los clientes e incluso daba de comer a mucha gente. Luchó por el bien de los demás, nunca en beneficio propio. 

Hombre pequeño de estatura pero de corazón grande. La parte humana de Carmonilla nadie la podrá discutir. Lo peor que llevó fue la enfermedad de su mujer con alzheimer. Iba a visitarla a la residencia todos los días. Conformaron un matrimonio perfecto con cinco hijos. Creyente, de misa diaria. Hizo mucho por la iglesia. Hace unos años perdió él también sus recuerdos.

Carmonilla estará inmortalizado en el corazón de los que lo conocieron y en el campo de fútbol que lleva su nombre. Siempre vivió a su manera pero pensando en los demás. El Tato, El Picón, los nombraba en sus retransmisiones con mucho énfasis. También su célebre Caganíos con el que nombraba a sus amigos. Era un enamorado de su CD Villanueva, de su pueblo y de la vida. Descanse en paz, un hombre generoso que entregó la vida a los demás. "He sido un loco del fútbol", dijo en una reciente entrevista. Un loco maravilloso.