Experto en conquistar nuevos horizontes. Manuel Garnica Roldán (Granada, 1978) es uno de los principales rostros del atletismo adaptado. Su palmarés acredita su protagonismo en el escenario paralímpico español: diploma olímpico en los Juegos de Pekín 2008 -donde participó en 10.000 y maratón-, cuarto en los Mundiales de Nueva Zelanda 2011 y Lyon 2013 y, su más reciente logro, campeón de Europa en Berlín 2019. Asentado en Córdoba junto a su esposa, Carmen, y sus hijos, Aníbal y JoaquÍn, ha decidido darle un nuevo giro a su carrera para comenzar a hacer triatlón.

A los dos años le diagnosticaron una retinitis pigmentaria, enfermedad degenerativa que afecta la capacidad de la retina para responder a la luz, provocando una pérdida de visión progresiva. Su pasión por el deporte le acompaña desde la infancia. En edad escolar practicó balonmano, baloncesto y patinaje, hasta encontrar el atletismo a los 14 años. Ahora, todavía se muestra dispuesto a vivir nuevas experiencias. "Tengo una cuenta pendiente con el surf, es algo que llevo intentando un par de veranos pero todavía no lo he conseguido", afirma el deportista.

"Nos empezaron a dar libertad para entrenar después del inicio de la pandemia, pero no tenía con quién ir a correr", admite Garnica, que encontró en la adversidad una nueva oportunidad. Tuvo la opción de comenzar a entrenar ciclismo y decidió comprar su propio tándem, cumpliendo una meta deportiva que intentó hace cinco años, con resultado negativo. Su predisposición por este deporte se ha visto reflejado en su óptimo rendimiento con la bicicleta. "Llevo casi igual de bien la bicicleta que correr, me manejo con soltura y los rendimientos son buenos", explica el fondista.

Después de realizar entrenamientos de atletismo y ciclismo, Garnica decidió comenzar a nadar porque "ya solo faltaba el agua" para dominar las tres disciplinas que conforman el triatlón. Sin embargo, como él mismo afirma, la natación paralímpica es la actividad que menos le agrada debido al alto grado de preparación técnica que requiere. "Lo más duro es la cantidad de tiempo que necesitas para avanzar muy poco en el agua, y como el grado de satisfacción es menor, me gusta menos", relata el deportista.

El atleta paralímpico Manuel Garnica. Chencho Martínez

El plan de competir

La intención del fondista es alcanzar la preparación necesaria para competir en el Campeonato Europeo de Triatlón. "Comprobaremos qué nivel podemos alcanzar, quizás no demasiado lejos de los primeros puestos, veremos cuánto nos podemos acercar", apunta. En medio de unas circunstancias excepcionales, la competición tendrá lugar en Valencia, ciudad en la que residen sus padres, Manuel y Aurelia. "Este año tengo que ir con todo costeado por mí, pero al menos es un destino asequible", dice como aspecto positivo.

 El atleta se marchó en sus inicios a Madrid para estudiar fisioterapia, especializándose en el tratamiento de personas con discapacidad y, con el paso del tiempo, ha hecho de su profesión una ventaja. "Aprovecho que soy fisio para tratarme a mí mismo porque, de lo contrario, posiblemente no estaría corriendo", reconoce el deportista. Una lesión crónica en el tendón de aquiles, la cual trata de lidiar con hondas de choque y magneto, no es la única dificultad presente en esta fase de su carrera. A sus 42 años, es consciente de lo que supone competir contra atletas mucho más jóvenes que él. "Me estoy peleando con chavales de 22. Cuesta, la verdad. Ya son muchos años corriendo".

Explica que su iniciación en el triatlón no supone ningún cambio en lo referente a su brillante carrera como corredor. "La idea es combinar atletismo con triatlón", comenta. Pese a incluir dos nuevos deportes en su entrenamiento, Garnica hace alarde de su habilidad para compaginar sus responsabilidades deportivas con los demás aspectos de su vida. "Me está resultando cómodo porque los días en los que no tengo guía para correr puedo aprovechar para ir a nadar", dice. 

El confinamiento domiciliario supuso un punto de inflexión en la carrera deportiva del fondista, ya que no había atravesado una situación similar hasta entonces. "Nunca he estado tanto tiempo parado, no compito desde noviembre de 2019 y por temas laborales no he podido hacer lo propio en 2020". Se encontraba en plena preparación para conseguir la marca mínima que le permitiera acceder a los Juegos Paralímpicos de Tokio. Un año después, su objetivo sigue siendo el mismo. "Tenemos hasta junio para hacer marca y vamos a seguir peleando por conseguirlo, y aunque es complicado veremos si en estos dos meses sale un buen rendimiento y podemos lograrlo".

Frente a todos sus éxitos deportivos, Garnica demuestra poseer una gran capacidad para relativizar las cosas. “Normalmente no me siento un ejemplo a seguir, de hecho me suelo sentir uno más”, señala el atleta. “La gente me pregunta cómo me siento al ser ciego, pero ese tema no está en mi mente, es una cosa que está ahí y con el deporte pasa un poco lo mismo”, relata el fondista. 

El atleta paralímpico Manuel Garnica. Chencho Martínez