A Thomas Tuchel no le bastó llegar a la final de la última Champions. Llegó, pero la perdió contra el Bayern, dueño absoluto del fútbol mundial con la conquista de los seis títulos de seis posibles, imitando en el 2021 lo que hizo el Barça de Guardiola en el 2009. Tuchel no completó ni media temporada porque en París la paciencia no existe con los entrenadores. Elegido fue Mauricio Pochettino como sucesor del alemán. Y sabe el técnico argentino que o gana la Champions o... Este martes se asoma al Camp Nou en uno de esos partidos que determinan el futuro de un equipo, de un entrenador y hasta de un club. Aunque sea solo la ida.

"Es un partido especial. Cuando firmé hace 40 días ya sentía esa excitación en el club. Es un objetivo obvio del Paris SG ganar la Champions y lo entendemos", ha confesado Pochettino ya en su primera respuesta en la sala de prensa del Camp Nou. Aunque luego haya querido aclarar esa palabra de "obsesión" como un elemento más de "pasión añadida".

Tampoco quiso abordar Pochettino lo sucedido hace casi cuatro años cuando el Paris Sg recibió aquel 6-1 que le echó de Europa y le costó luego el puesto a Unai Emery. "Lo que pasó no se puede borrar. Ya pasó, pero queremos construir un futuro mejor, creando una idea y una identidad común en el club", ha reconocido.

Para construir esa identidad necesita ganar la Champions. Sabe Pochettino donde está. Y lo que le piden. No hace falta ni que se lo pregunte a Tuchel, quien rápidamente encontró trabajo en Stamford Bridge donde ocupó el banquillo de Frank Lampard, que fue despedido del Chelsea.

Pudo, curiosamente, el actual entrenador del PSG estar sentado en el lugar que ocupará este martes Koeman. Tuvo la opción de dirigir al Barça. Esa idea rondó la cabeza del ya dimitido presidente Josep Maria Bartomeu, justo después del 2-8 encajado por el equipo de Setién en Lisboa ante el Bayern.

"En el fútbol pasamos de pasión a obsesión y es que, a veces, no se sabe describir si es una cosa u otra", ha reconocido Pochettino. "Con desesperación amamos tanto este deporte que por eso hablamos de 'obsesión', pero siempre de forma positiva", ha añadido para quitarle todo sentido negativo a ese deseo que llevan acumulando los dirigentes del PSG desde hace una década.

"Hay tanta pasión que nos desborda a todos, a los fans, a los jugadores. Me refiero a obsesión como 'una pasión desmedida', no quiero que se negativice la palabra", ha subrayado empeñado en que calara ese mensaje justo antes de asomarse al Camp Nou para dirigirse una suave sesión de entrenamiento, la última antes del choque contra el Barça.

Pudo sentarse Pochettino en el banquillo que ahora ocupa Koeman. Pero Bartomeu, finalmente, no lo escogió. El argentino, entretanto, aguardó paciente la llamada de un grande de Europa hasta que llegó el día en que relevó a Tuchel, convencido de que podrá ganar la Champions que desde hace años buscan los inversores catarís del PSG.

"Tenemos una gran ilusión ante un equipo, el Barça, que también aspira a ganar la Champions. Tiene grandes jugadores y un gran entrenador, Ronald", ha dicho Pochettino, elogiando el trabajo que ha hecho su colega en el Camp Nou. "Ronald llegó hace siete u ocho meses y todos los procesos necesitan tiempo. Ha ido en constante evolución lidiando con los problemas de todos, el Covid, las lesiones, la incertidumbre...", ha precisado el argentino.

"Un cuerpo técnico necesita tiempo y en 7 u 8 meses ya se nota el trabajo de Ronald, al que admiraba como jugador y ahora como entrenador. No me sorprende el buen nivel del Barça. Ya se nota su trabajo".

Sin referencias a Messi

Ni una palabra sobre Messi. Ni una pregunta sobre Messi. Tan solo sobre el papel que deberá adquirir Mbappé en el duelo con los azulgranas tras confirmarse, como dijo Pochettino, "las dos grandes ausencias de Neymar y Di Maria". Pero no quiso el técnico del PSG buscar coartadas con esas lesiones. "¿Mbappé? Yo siempre espero lo mejor de los grandes jugadores. Estoy muy contento de su rendimiento en estos 40 días", ha añadido.

Mientras recordaba el tiempo que ha tenido Koeman para levantar su proyecto -decía él siete u ocho meses cuando, en realidad, no son ni seis- apelaba al poco del que ha dispuesto él. Apenas lleva 40 días en París y se enfrenta al Barça de Messi, que retorna a la Champions sin decir ni una palabra sobre su futuro, dueño único como es el argentino de irse a donde quiera a partir del 1 de julio.