Algo ha cambiado en el Córdoba CF. Si la mayor crítica a Juan Sabas se basaba en que especulaba en exceso con el resultado, con el técnico maño la intensidad, la garra y la presión asfixiante al rival son las nuevas señas de identidad. Un detalle del partido ante El Ejido 2012, coronado con una goleada por 4-0, ejemplifica este matiz.

Con los cuatro goles de renta, se escuchó claramente al entrenador blanquiverde gritar "vamos chavales, seguimos igual, a por ellos". Alfaro, que no paró quieto en su área técnica -de hecho, fue advertido por el árbitro para que relajase un poco su intensidad-, azuzaba a sus jugadores para que anotasen el quinto. Tal y como indicó posteriormente, en sala de prensa, acababa de enterarse de que con ese marcador su equipo ya era segundo en la tabla. Pero no bastaba. Tenía que dar el 100% de sus posibilidades para que la afición se fuera contenta a casa.

Y tanto que lo hizo. Más de un mes después, el respetable regresó a El Arcángel. Solo fueron 400, los que se quedaron con las ganas el día del UCAM Murcia, a principios de noviembre, cuando el club tuvo que rebajar el aforo a la mitad. Este domingo, los aficionados blanquiverdes disfrutaron de lo lindo con una segunda parte para enmarcar de sus jugadores, a los que despidió con un aplauso.

Un empleado de seguridad toma la temperatura a una aficionada antes de entrar al estadio. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Antes de comenzar la megafonía escupía las notas de clásicas canciones españolas con un volumen muy elevado, más aconsejado para el fútbol antes del coronavirus que para la situación actual. Los 400 asistentes, ubicados en Tribuna y en Anfiteatro, tenían que taparse un poco los oídos. Sin embargo, con el recital de goles de la segunda mitad, la megafonía fue acallada. Poco acostumbrados a cantar los goles, ya que en los últimos partidos tuvieron que hacerlo desde casa, viéndolo por el ordenador y con cuidado de no molestar a algún vecino respondón, este domingo se desfogaron.

Aún son pocos, muy pocos. El Arcángel, acostumbrado en sus grandes noches a colgar el cartel de "no hay billetes" y meter a más de 20.000 almas en sus gradas, luce aún desangelado. Pero, como certeramente apuntó Pablo Alfaro ante los medios, ya se nota la presencia de la afición, por exigua que aún sea. El coliseo ribereño tiene que prepararse para vestir sus mejores galas en la próxima primavera. Cuando, si todo sale según lo esperado, las vacunas surtan su efecto y las autoridades puedan abrir la mano con aforos más generosos.

De momento, toca aguardar. Esperar a que el sorteo sea benévolo para que uno sea el elegido entre los más de 7.000 abonados y disfrutar de esos 90 minutos de vida que se han convertido, por culpa de la dichosa pandemia, en extraordinarios. Y disfrutar. Volver a casa con una sonrisa de oreja a oreja porque ha ganado el Córdoba CF.