Que sí, que las notas las dan en junio. Esta semana lo recordó algún futbolista con ese tono áspero de quienes se sienten cuestionados. Y también lo dejó caer Juan Sabas, que no entiende -o eso dice- las prisas ni las dudas. Las notas se dan en junio, claro. Pero esto es una evaluación continua y el Córdoba CF Córdoba CFno para de suspender parciales. Ayer, en Linarejos, volvió a perpetrar otra actuación impropia de un candidato al ascenso. En un par de semanas, perdió el liderato y un puesto entre los tres primeros del subgrupo B del Grupo 4 de la Segunda División B. Si aquí, rodeado de filiales y recién ascendidos, no está siendo capaz de dar el tono... El plan no va como se esperaba. Sabas no da con la tecla. Negar lo evidente es perder el tiempo. Esto se llama crisis y hay que atajarla.

Qué empachón de tópicos, qué paseo ramplón por los lugares comunes, qué manera de retorcer los hechos para ajustarlos a un guion creíble. No se puede culpar a nadie por hacerlo así, ojo. Aquí ya está todo inventado, pero lo verdaderamente magnífico es que cada fin de semana parece que se acaba de descubrir. Y todos nos sorprendemos. Y nos justificamos. Y seguimos metidos en esa especie de consenso forzado, de teatrillo con los papeles repartidos y los actores bien encasillados. Ahí lo bordamos. Los "cordobesistas buenos", los de la bufanda puesta más arriba del cuello, van a tope con lo suyo: tragar y esperar que suceda algo bueno en cualquier momento para experimentar la extraña felicidad del aficionado blanquiverde. Siempre que gana algo siente el miedo a perderlo o a que se lo quiten. Va en el ADN, de generación en generación.

El cordobesista es sufridor, pero no le gusta que le tomen el pelo. Hasta el último de los que está embarcado en este negocio sabe que este curso es distinto. No basta con aprobar. El Córdoba necesita un sobresaliente y hasta el momento se las están dando por todos lados. Suben cuatro de ciento dos, acuérdense. Y por lo visto y hecho hasta ahora, las cuentas no cuadran en absoluto.