En este 2020 plagado de extravagancias, Pablo Torrijos (Castellón de la Plana, 1992) se ha propuesto convertir una muy particular en algo habitual: saltar de manera regular más de 17 metros. "Este verano, no busco tanto las marcas como probar otras cosas, lograr más estabilidad por encima de los 17 metros y disfrutar de las competiciones sin presión", afirma Torrijos, el primer triplista español en superar esa barrera.

Está en el buen camino: tras brincar hasta los 17,18 metros en el Campeonato de España bajo techo celebrado en marzo en Ourense, justo antes de que la crisis del coronavirus lo cambiara todo, se fue hasta los 17,09 m., al aire libre, el 19 julio en la 1 Reunión Comunitat de lEsport de Castellón, otro récord de España para su haber.

El pasado miércoles, en el Continental Tour de Hungría, en la vuelta a la competición con algunos de los mejores triplistas del mundo, Torrijos no pudo pasar de los 16,69 m., pero su quinta posición lo situó justo detrás de cuatro de los mejores triplistas del mundo.

Saltó 17,18 metros en marzo, batió el récord de España, logró la mínima olímpica, se confinó durante tres meses, volvió a competir y superó los 17 metros de nuevo. ¿Cómo consiguió mantener semejante estado de forma sin entrenarse con normalidad? Yo, dentro de lo que cabe, tuve suerte durante el confinamiento. Como ya había hecho la mínima para Tokio en Ourense y me beneficié de una ayuda en material para deportistas, tuve a mi disposición pesas, una tarima y una cinta. No eran las mismas condiciones de entrenamiento que tenían deportistas de otros países, pero eran mejores que las de algunos compañeros de aquí.

¿Mantuvo el programa de entrenamiento que tenía previsto para los Juegos? Fuimos adaptando los entrenamientos a lo que iba surgiendo. Con la progresiva cancelación de las diferentes competiciones, empecé a no pensar tanto en competir sino en mantener la forma y en tener una vía de escape para no pasarme el día pensando en lo mismo. El tiempo que me entrenaba me servía, en buena medida, para desfogarme.

¿Cambiaron cuando se pospusieron los Juegos a 2021? Al principio, mis entrenamientos estaban pensados para poder competir en verano. Después, para no hacerlo y mantener. Ahora que se han retomado algunas competiciones, vamos día a día porque todo sigue siendo incierto: de repente, imponen nuevas medidas y no sabes si al final podrás competir porque igual no puedes ni viajar. En cualquier caso, nunca dejamos de marcarnos ciertas metas ni de pasar test para saber en qué punto estábamos.

¿Aprovechó para trabajar más la técnica de salto? Al entrenarme en un espacio cerrado, no hice tanto hincapié en la técnica, que había trabajado en invierno y en la que, además, soy bastante bueno. Fue más un trabajo de fuerza y de series en la cinta. La técnica no me cuesta tanto, la tengo ahí y, cuando volví, no se me había olvidado.

En Ourense, antes de la batida, su carrera fue de 20 pasos en lugar de los 18 habituales. ¿Lo mantendrá en las próximas competiciones? En principio, al aire libre haré 18 pasos, porque los resultados no sirven para el ranking. Con 20, entro más rápido, pero tengo más riesgo de hacerme daño y, como estas competiciones no puntúan para el ranking, no quiero arriesgar. Si en alguna prueba me veo inspirado, quizás lo repita, pero mi objetivo es lograr más estabilidad.

¿Ve cerca alcanzar los 17,20? Creo que en Castellón los podría haber hecho y que pueden salir. Mi objetivo también es mejorar mi marca y lo intentaré; me haría ilusión, pero no me obsesiona.

Una marca así es medalla casi segura en los Europeos que se tenían que haber disputado este año en París y se pospusieron también al año que viene. ¿Qué objetivos se ha marcado para las próximas competiciones? Este verano, no busco tanto las marcas como probar otras cosas, lograr más estabilidad por encima de los 17 metros, disfrutar de las competiciones sin presión y de los viajes; la mirada es a muy corto plazo por toda la incertidumbre que nos rodea. De hecho, estas competiciones que estamos haciendo son como un regalo inesperado. En España la situación sigue siendo complicada y tampoco sabemos si podremos competir el próximo mes; quién sabe si son las últimas competiciones que podremos hacer.

¿Las saborea de una manera distinta? En parte, sí. Competir es lo que necesitábamos, volver a sentirnos atletas porque uno se siente atleta cuando se entrena, pero, sobre todo, cuando compite.

¿Y cómo es competir sin público? A los saltadores su aliento y sus palmas parecen impulsarlos. Es así, así que hacerlo sin público no me gusta. A mí, los estadios que más me gustan son lo que están más llenos, los que tienen más ambiente; para eso me entreno, para competir en lugares así.

Habla de la competición y del público como algo esencial. ¿Se angustió al no poder entrenarse y competir con normalidad durante tanto tiempo? Los que teníamos la mínima para los Juegos no nos agobiamos tanto. Los que no la tenían y pensaban que tendrían que volver a tope en mayo para conseguirla sí que tuvieron más estrés y ansiedad. Yo estaba tranquilo, feliz con mi marca y eso me permitió afrontar bien el confinamiento, con la idea de perder lo mínimo posible. Sí tuve cierta ansiedad hasta que no se pospusieron los Juegos porque me parecía injusto: nuestro confinamiento fue muy duro y no íbamos a poder competir en igualdad de condiciones con otros deportistas.

Las marcas que ha logrado lo convierten en el mejor saltador de triple en la historia del atletismo español. ¿Eso le motiva o le genera presión? Me motiva porque sé que estoy haciendo bien mi trabajo y porque siempre quiero más, ir a por lo siguiente.

En lo siguiente, está el Campeonato de España en septiembre. El año pasado participó mermado físicamente y no pudo ser campeón. ¿Es su próximo gran objetivo? Sin duda, quiero ser campeón. Si puedo saltar mucho, mejor, pero no me obsesionaré con ello porque quiero participar en otras competiciones por esas fechas.

¿Le gusta el formato (se disputará en varias sedes) adoptado para sortear al coronavirus? A mí me gusta que podamos competir todos juntos con las gradas llenas porque, para mí, ésa es la verdadera competición. Todo lo que hay ahora no me gusta y creo que todos empezamos a estar cansados. Pero hay que tirar adelante como sea y dar gracias por lo que tenemos. No me gusta, pero es lo que tenemos y prefiero competir así que no hacerlo. Ojalá se pudiera hacer de otra manera porque eso querría decir que el país en general está mejor.

Si nada lo impide, el próximo año habrá Juegos, Mundial y Europeo de atletismo. ¿Piensa ya en cómo afrontar todas esas competiciones? No, no pienso aún; no sabemos al cien por cien si se disputarán o no, así que voy paso a paso. Cuando en septiembre acabe las competiciones de esta temporada, me iré dos, tres o cuatro semanas de vacaciones para desconectar y después retomaré la preparación para los Juegos y demás campeonatos, sabiendo que igual las cosas no serán como esperamos.

Tokio serán sus segundos Juegos tras Río, donde con 16,11 no pudo pasar a la final. ¿Mantiene el objetivo que se había marcado de diploma? Sí. Estar entre los ocho primeros sigue siendo mi objetivo porque el nivel que hay hoy día en el triple es muy alto. Me parece un objetivo ambicioso y realista, aunque cuanto más arriba mejor, claro. Recordemos que en el pasado Mundial de Doha el que saltó 17,62 m. (Pichardo) fue apenas cuarto.

De sus actuales rivales, ¿a quién admira más? A Taylor. Para mí, es el mejor: campeón del mundo cuatro veces y campeón olímpico otras dos, con apenas 30 años.

¿Qué cualidades de Taylor le gustaría tener? Además de ser es el más rápido y el más fuerte, su regularidad es fantástica. También admiro su competitividad e intento aprender todo lo que puedo de él. Es muy buena persona y nos transmite a todos muchas cosas positivas. Me encantaría que batiera el récord del mundo en una competición en la que yo participe; sería todo un subidón.