FECHA: 13 de marzo de 2005.

LUGAR: Estadio El Arcángel.

PARTIDO: Córdoba CF - Almería (partido correspondiente a la jornada 28 de la Liga de Segunda División de la temporada 2004-05, 3-0).

LA SITUACIÓN

En la temporada en la que el Córdoba CF celebraba los 50 años de su fundación todo iba mal o fatal. A mediados de marzo, el equipo estaba en posiciones de descenso pero en franca mejoría con respecto a los primeros meses de campeonato. No era demasiado difícil porque ir a peor -4 puntos de 57 para arrancar- resultaba complicado. Crispi era ya el tercer entrenador del curso: heredó el equipo tras el paso de dos figuras de renombre -Esteban Vigo y Roberto Fernández- que no habían logrado hacer despegar un proyecto con más precio que valor.

El técnico cordobés cogió al conjunto blanquiverde en la jornada 13. Colista con 4 puntos. En el mercado invernal, el director deportivo Juan Carlos Rodríguez rehízo la estructura de la plantilla gastando un dineral. Crispi tiró de su clásico manual de recetas sencillas, fútbol práctico y marcador sobre todas las cosas para sacar del hoyo al club. Solo había caído el Córdoba en una ocasión en las ocho jornadas precedentes antes de encarar la visita del Almería a El Arcángel. El ritmo de puntuación estaba subiendo y el milagro se podía avistar. El Córdoba ya sabía lo que era moverse en el alambre -se salvó en la última jornada dos veces en las tres temporadas anteriores- y en Segunda le miraban con recelo. ¿Sería posible?

¿QUÉ OCURRIÓ?

Ese Córdoba-Almería resultó tan excitante como cualquier otro partido de aquel alocado campeonato. La convocatoria de Crispi era una multinacional: dos argentinos, dos brasileños, dos venezolanos, un italiano, un croata, un sueco y un hispano-filipino acompañando a ocho españoles. Ni un solo cordobés, pero en esas circunstancias nadie se hacía ese tipo de preguntas.

Crispi alineó a Saja, Marc Bertrán, Pîerini, Selu, López Ramoz, Txiki (Guirado, 87'), Marchiori, Ruano, Ariel Montenegro, Mate Bilic (Anderson Costa, 78') y Pablo Villa (Leo Jiménez, 82'). Después de un primer tiempo de difícil digestión, con pocas oportunidades claras, el Córdoba golpeó con goles de Villa (60') y Ruano (67') antes de que sentenciara, en el 80, el brasileño Anderson. El Almería fue incapaz de reaccionar. Fabri -otro paladín del utilitarismo, como Crispi- se quedó sin respuesta pese a contar con jugadores del nivel del rumano Galca o el brasileño Jamelli. Ese 3-0 fue el marcador más rotundo logrado hasta entonces por el Córdoba. La última victoria en el banquillo blanquiverde de Crispi.

¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

Ese triunfo acercó al Córdoba a la zona de salvación. Las dos jornadas siguientes se saldaron con empates en Tarragona ante el Nástic (1-1) y en El Arcángel frente al Sporting (0-0). No eran malos números. De hecho, Crispi blandió una estadística ante la prensa en una estrambótica comparecencia después de su cese. El mismo que le despidió fue quien le suplió en el cargo: el director deportivo Juan Carlos Rodríguez. "Ya os daréis cuenta de quién es este personaje", dijo Crispi, que hizo números de permanencia en esta última etapa en el Córdoba. Los desmanes anteriores hacían insuficiente esta renta.

La cuestión es que Crispi había ganado ante el Almería su último partido en el Córdoba y el último en su carrera como entrenador en una liga profesional. Le echaron tras una derrota en el Colombino ante el Recre (3-1) y no volvió más. En su expediente figura que tiene 136 partidos dirigidos al Córdoba y es uno de los cinco que supera el centenar junto a nombres míticos como Escalante, Eizaguirre, Vavá y Roque Olsen.

¿Y cómo le fue al Córdoba? Con Rodríguez hizo un balance de seis victorias, dos empates y tres derrotas en el tramo final. No bastó. El conjunto blanquiverde descendió matemáticamente a Segunda B en la penúltima jornada tras caer en El Arcángel por 3-4 ante un Real Valladolid que no se jugaba nada... clasificatoriamente hablando. Por cierto, Juan Carlos Rodríguez construyó la plantilla de la temporada siguiente, pidió la baja médica por unos dolores cervicales, se marchó a Valencia y nunca regresó.