Más allá de títulos, clasificaciones y estadísticas, el deporte siempre proporciona un buen catálogo de recuerdos para compartir. Y Alfonso Reyes (Córdoba, 1971), protagonista en los últimos días por la batalla librada contra el coronavirus, tiene algunos episodios singulares a lo largo de su carrera. El cordobés compitió contra Michael Jordan.

"Pude enfrentarme al mejor deportista la historia, y eso no lo puede decir todo el mundo", recordaba el actual presidente de la Asociación de Baloncestistas Españoles (ABP) en una entrevista en el digital especializado Solobasket en 2007, poco después de su retirada de las canchas con un sólido expediente y una reputación bien labrada de dominador de la zona. Le apodaban Robocop -quienes quieran ahondar en las razones tienen una buena excusa para revisitar el clásico de Paul Verhoeven- y en su hoja de servicios dejó anotadas dos Copas del Rey y una Korac con Estudiantes, 142 partidos con la selección española y dos platas y un bronce en Eurobasket.

"Cuando ya nadie me conozca, siempre habrá algún chalado que siga acordándose de mí", dijo hace trece años en el citado medio, antes de cerrar un periodo como jugador y dedicarse a su trabajo como ingeniero de caminos, observar con amor fraterno la increíble progresión de su hermano Felipe -actual capitán del Real Madrid y muchos años de la selección española- y seguir ligado al baloncesto como -inquieto, reivindicativo- presidente del sindicato de baloncestistas. En los últimos días hubo mucha gente que se acordó de él, del guerrero Alfonso, de su estilo indomable y de los partidos que jugó. Como aquel de una noche de octubre de 1997 en París contra un deportista al que sus más enconados rivales, en una muestra de respeto extrema, llegaron a comparar con el mismísimo Dios.

Una noche en París: el Open Mc Donald's

Cuatro meses después de ganar su quinto título de campeón de la NBA contra los Utah Jazz de Malone y Stockton, y dos semanas antes de la reanudación de la temporada regular, Michael Jordan fue a jugar a París. Era el Open McDonald's de 1997, un torneo en el que los Bulls se enfrentaban a PSG Racing Basket, el vigente campeón francés. Y allí estaba el cordobés Alfonso Reyes, formando parte de un sólido equipo parisino formado, entre otros, por Stéphane Risacher, Nikola Loncar, Richard Dacoury y Thierry Zig.

Los 13.515 espectadores presentes en el París Bercy tenían la esperanza de asistir a la primera derrota de una franquicia de la NBA en este Open McDonald's, creado en 1987.

¿Que pasó? Pues que estuvo cerca... pero no ocurrió. Alfonso Reyes fue de los mejores en la pista. Hizo 10 puntos en el PSG de Boza Maljkovic, en el que jugaron Forte (5), Loncar (8), Risacher (14), Koturovic (10), Struelens (11), Truvillion (5), Dacoury (10), Zig(6), Ade Mensah (3) y Bialski. A los Bulls les costó. A ocho minutos del final, el asunto estaba crudo (67-63). Pero allí estaba Michael Jordan para poner orden: firmó 28 puntos y sentenció la victoria estadounidense por 89-82.

Fotograma del partido en el que se ve al cordobés Alfonso Reyes, al fondo.

"Fue inolvidable, no se relajó nada, estuvo al cien por cien", recordaba Alfonso Reyes en una entrevista en 2014 en Libertad Digital a propósito del rol que cumplió el legendario 23. En aquellos Bulls que recalaron en Europa no estaban dos puntales, Scottie Pippen y Dennis Rodman, por lo que el liderazgo de Jordan resultaba imprescindible para sostener el rango de un equipo considerado como uno de los mejores de toda la historia de la NBA. El entrenador, Phil Jackson, contó con Brown, Harper, Caffey, Longley, Kukoc, Kerr, Burrell, Wennington, Buechler y Booth como escuderos de Air Jordan, un genio que los hacía mejores a todos.

Los Bulls terminaron ganando ese Open Mc Donald's por un claro 104-78 en la final ante el Olympiakos griego. El Racing de París de Reyes fue cuarto al caer ante el Atenas de Córdoba argentino (78-88) y el representante español, el FC Barcelona de Manel Comas, quedó último por detrás del Benetton Treviso italiano (103-106).

“Ya se lo cuento a mis hijos. Es el ídolo de casi todos los que jugamos al baloncesto, fue emotivo y emocionante. Aparte, estuvimos a puntito de ganarles", relataba en 2014 a El Español, en una entrevista en la que el cordobés calificaba como "raro" pero "positivo" aquel año en París a las órdenes de Malkjkovic. "Tenía muchas ganas de volver a España, lo echaba todo de menos: la comida, el contacto con la gente, mi familia... París es la ciudad más bonita del mundo, pero vivir allí es más complicado. Prefiero ir de visita", indicaba. Y volvió. Aún tuvo tiempo para jugar en el Estudiantes, el Real Madrid y el Breogán antes de cerrar la puerta del vestuario y quedarse con los recuerdos. Como el de aquel día en el que jugó contra Jordan.