Otro domingo sin goles: no hubo fútbol. Ni en Primera, ni en Segunda, ni en Tercera. Ni en España ni en ningún sitio. Ni baloncesto, ni balonmano, ni fútbol sala, ni voleibol, ni tenis de mesa, ni petanca. No hay carreras de atletismo, ni runners en los parques, ni bicis por la sierra.

La gente corre por los pasillos de casa y levanta botes de tomate frito o botellas de dos litros de gaseosa para mantener el tono. Es un sucedáneo del deporte. Es lo que hay. Para alimentar el gen competitivo quedan los juegos electrónicos, el mando de la play y la imaginación. Todo ha sido repentino. Lo que no te podía pasar a ti le ha pasado a todos. Metidos en casa, revisitamos el pasado para mantener cierto orden mental. Quienes distribuyen su vida por temporadas están ahora desubicados, sin ejes, gritando como locos el triple de Herreros al Tau, el gol de Koeman a la Sampdoria o el de Señor a Malta. Muchos milenials desconocían esos episodios que marcaron a toda una generación que no es la suya. El maldito coronavirus ha servido para engarzar emocionalmente a las familias a través de sus recuerdos.

Si le preguntas a un tipo por diez momentos intensos en su vida, seguramente relatará alguno relacionado con el deporte: alguna experiencia personal -un desafío íntimo en un partido en el patio del colegio o en el equipo de su pueblo, por ejemplo- o una de esas increíbles explosiones de éxtasis colectivo que provocan las grandes hazañas. Ahora tienen tiempo -hay confinamiento general- y espacio -el salón de casa- para contarlo, compartirlo y comentarlo por videollamadas. Quién iba a suponer que iban a celebrarse estos debates familiares sobre si es mejor Messi o Maradona, Jordan o Lebron, Piovaccari o Mantecón. ¿Que no sabes quién es Mantecón? Pregúntale a tu padre, chico. Es el momento de que te cuente que el Córdoba CF tiene más clase que títulos, que estuvo varios años en Primera -¡y sin bajar!-, que siempre tropieza con la misma piedra o que hubo un futbolista cordobés que ganó la medalla de oro en unos juegos Olímpicos. Se llama Rafa Berges. ¿El de "Berges vete ya"? Sí, ese.

Berges y lo imposible

Estaba en Sumatra, una isla de Indonesia famosa por sus volcanes y en la que hay un museo que recuerda del desastre del tsunami de 2004. Un español dirigió una película sobre aquella catástrofe. Seguro que ni Bayona, cuando rodó el filme hace ocho años, ni Rafa Berges, que cuando el océano Índico mostró su imagen más devastadora era un futbolista recién retirado, podían imaginar algo similar. Lo imposible, se llamaba el largometraje. Dentro de un tiempo también habrá libros, canciones y obras cinematográficas sobre la crisis de coronavirus. Las desgracias acaban transformadas en arte. La Humanidad es así.

"Ha sido terminar el partido, hablar con la directiva y volar desde Yakarta, porque tenía los billetes preparados desde hacía días", reconocía Berges, quien ha pasado efímeramente por el banquillo del Lampung. Un partido y para casa, sin billete de regreso porque "nadie sabe lo que va a pasar". Ya está con los suyos, al calor del hogar, sin poder salir pero viendo paisajes familiares desde la ventana. No es el caso de otros deportistas cordobeses a quienes la pandemia y sus consecuencias cogió a miles de kilómetros sin opción para el regreso. Aunque puede que la vuelta a España no sea la mejor opción, en cualquier caso. Quién sabe.

El bombazo económico

Los patronos de las grandes competiciones de fútbol de Europa -LaLiga, la Premier, la Bundesliga y la Serie A- han lanzado el mismo mensaje: los campeonatos que arrancaron deben terminar como sea. Lo contrario abocaría a una ruina sin precedentes. Eso lo dicen, ojo, quienes manejan campeonatos profesionales en los que las cantidades que se mueven en contratos y publicidad son estratosféricas. Imagínense lo que les queda al resto, a la clase de tropa, a los campeonatos domésticos con economías frágiles.

El Ángel Ximénez Avia de Puente Genil ha sido el primero en aplicar un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) a su plantilla y empleados en la Asobal, que puede ser la primera gran competición en echar el cierre. El futuro ya está aquí.