«¡Qué hartón de Córdoba!», le comentaba resignado un veterano aficionado a su amigo en el descanso del partido de ayer, cuando los blanquiverdes ya perdían por 0-1 ante el Cartagena y la sensación era de que difícilmente levantarían el partido en la segunda parte. «Corren como pollos sin cabeza», le respondió su compañero de grada, otro cordobesista que ha visto muchos años a su equipo, que, posiblemente, ha visto a su Córdoba en Primera División, en Segunda, en Segunda B y hasta en Tercera.

«No podemos presionar, no tenemos gas», era la reflexión del tercero del grupo, que opinaba que «para esto mejor no nos metamos en el play off, que encima hay que pagar». Risas de circunstancias y regreso a los asientos para ver, un par de minutos después, el segundo gol visitante en otro balón parado mal defendido.

Una parte importante de la grada pidió la salida del entrenador lanzando gritos de «¡Agné vete ya!»

La sensación ayer en las gradas de El Arcángel no fue de indignación ni de enfado, sino de decepción, de aceptación de una realidad dura, tangible. Que este Córdoba no es capaz de competirle a uno de los rivales directos por el play off de ascenso, un Cartagena que fue superior de principio a fin, y que aquel sueño de acabar la temporada como líder no fue más que el producto de la dulce resaca tras la victoria en Badajoz.

Varios aficionados comentaban apesadumbrados la mala imagen de su equipo al descanso

El cordobesismo está acostumbrado a sufrir, e incluso podría decirse que la derrota no le es ajena. En su ADN está el levantarse con una leve mueca en el rostro de los fracasos más absolutos. Con el mismo semblante que cuando la derrota es por la mínima y ante un rival superior. Queda aún la recta final de la temporada. Esos 10 partidos de los que siempre hablaba el recordado Luis Aragonés. Hay que llegar en la pelea por el objetivo y sentenciar en las 10 últimas fechas para sonreír en el mes de junio.

Pero el equipo blanquiverde llega al momento clave de la temporada en su peor estado desde que Raúl Agné llegó al banquillo en sustitución de Enrique Martín. Ayer hubo pitos, un abucheo general al término del partido y tímidos «vete ya» dedicados al entrenador aragonés que fueron más sonoros al término del encuentro, cuando al menos la mitad de los 9.532 espectadores ya habían cogido el camino al aparcamiento para regresar a casa y dar por periclitado un domingo infausto.

La moral se resiente

Mucho tiene que mejorar el Córdoba para que la afición se reenganche. La moral está por los suelos tras dos derrotas en casa en dos partidos que todos esperaban que fuesen los definitivos para meterse en la pelea por el primer puesto. Ahora nadie mira al Cartagena, líder con nueve puntos más que el equipo cordobesista. Todos miran al cuarto puesto que atesora el Yeclano con 47, dos más que el cuadro califal.

Ayer, algunos espectadores comentaban con cierto temor el próximo partido de su equipo, en San Fernando. El conjunto gaditano es su inmediato perseguidor y podría superarle en la tabla en caso de victoria en su campo.

De los autobuses con cientos de hinchas al temor al futuro inmediato. En plena vorágine negativa las palabras del capitán Chus Herrero, en zona mixta, marcan lo que debe ser el objetivo inmediato del Córdoba. «Tenemos que estar juntos y con sacrificio volver al camino». Un sendero que debe retomarse en San Fernando.