Están ahí, jugando en el patio del colegio algún partido de los Juegos Municipales, braceando en la piscina o entrenando en las pistas de El Fontanar. Entre esas niñas que practican deporte ahora permanenecen ocultos los talentos que emergerán en el futuro. No es necesario aguardar demasiado. En los últimos tiempos han cruzado el umbral de la excelencia varias jóvenes que ni siquiera alcanzan la mayoría de edad. Se mueven en todas las disciplinas, desde las clásicas de equipo hasta las individuales. Su voracidad por crecer parece no tener límites.

Como Raquel Montoro, que con 17 años se convirtió en la primera cordobesa que formó parte de la selección absoluta de voleibol, llegando a disputar un Campeonato de Europa. Nacida en 2002, inició en la cantera del Colegio Salesianos y progresó con el mejor motor posible: disfrutaba haciéndolo. Es un denominador común en todas ellas. Su gran estímulo no está -como suele suceder, y habría que decir que por desgracia- en un porvenir profesional con sueldos estratosféricos. Su presión es interior. Más pura. Con menos intermediarios.

En el mundo del atletismo ha irrumpido como un huracán Carmen Avilés, una chica que a los 17 se codea con las mejores velocistas de España. Es la actual subcampeona nacional en 400 lisos y no tiene techo.

Y en fútbol, apunten un nombre: Lucía Moral, conocida como Wifi. Ha sido internacional con la selección española sub-17 y se ha hecho un sitio en la historia del Córdoba CF. Esto no va a parar.