Casi un mes y medio después del atropellado relevo en el banquillo azulgrana tras la intempestiva destitución de Ernesto Valverde, el FC Barcelona de Quique Setién afronta su primera reválida verdaderamente seria. El gran examen europeo. La Champions en fase de eliminatorias. Y lo hace en un escenario, el estadio de San Paolo de Nápoles, en el que el factor ambiental, preñado de la mística del culto a Maradona, juega un papel casi tan importante como la prestación estrictamente deportiva. Mala cosa para el Barça, que en los últimos años ha dado alarmantes señales de vulnerabilidad en Europa cuando la presión de la grada ha sido de gama extra.

Aterrizaron los azulgranas en Nápoles con las maletas bien cargadas de moral después de recuperar el liderato en la Liga (“llegamos en una dinámica muy positiva”, subrayó Setién) pero conscientes de que la precariedad de la plantilla, corta en efectivos y castigada por las lesiones, deja muy poco margen al entrenador a la hora de administrar los esfuerzos. Con solo 14 futbolistas del primer equipo disponibles (Braithwaite viajó pero no puede jugar en la competición europea), las únicas dudas posibles respecto al once inicial son quién acompañará a Piqué en el eje de la defensa (“Lenglet y Umtiti están en muy buen estado de forma y no tomaré la decisión hasta las tres de la mañana”, dijo el técnico) y si Ansu Fati completará el tridente en la delantera o bien Arturo Vidal reforzará el centro del campo.

Buscar la portería rival

Sobre este último punto, Setién aseguró que un posible cambio de dibujo, del 4-3-3 al 4-4-2, no supondría, en cualquier caso, una renuncia a la vocación ofensiva del equipo: “La intención es siempre buscar la portería contraria, lo otro son matices del juego que nos ayudan a comprometer al rival. El Barça tiene entidad para ser valiente y salir a hacer daño, sea quien sea el adversario”.

Y en este caso el adversario es el Nápoles, un equipo que, tras un inicio de temporada muy irregular que propició el despido de Carlo Ancelotti, ha crecido bajo la dirección de Gennaro Gattuso y especialmente con las incorporaciones de un mercado invernal, este sí, muy bien aprovechado. “Es un equipo que tiene un plan, tratando de salir desde atrás, y luego tiene futbolistas con grandes recursos técnicos que, si conectan bien, te pueden hacer mucho daño”, analizó el técnico azulgrana.

Elogios de Gattuso

Antes de su primer partido como entrenador en la máxima competición continental, Setién se encontró con la grata sorpresa de ser piropeado por el técnico rival, algo que no pasa cada día. “Le respeto mucho -señaló Gattuso-. Hizo un gran trabajo con el Betis y ahora en el Barcelona. Con Setién estoy viendo un Barcelona que en los dos últimos años no he visto. Han mejorado mucho en los últimos cuatro o cinco partidos”. Unas flores que el cántabro agradeció y devolvió, aunque sin dejar de apuntar que ambos entrenadores pertenecen a escuelas futbolísticas diferentes: “Gattuso y yo tratamos de insertar nuestro sello, inculcar a los futbolistas nuestros conceptos, pero cada entrenador tiene sus formas, sus matices, su identidad”.

Claro que más allá del del duelo de estilos entre Setién y Gattuso, más allá incluso del choque entre el Nápoles y el Barça, en San Paolo se librará otra confrontación no precisamente menor: la que enfrentará a Leo Messi con la sombra de Diego Armando Maradona. En lo futbolístico, Nápoles es una ciudad consagrada a mantener viva la memoria del 'Pelusa', cuya huella, 29 años después de su turbulento regreso a Argentina, está presente en un montón de gestos cotidianos: desde el del taxista que al salir del aeropuerto se santigua ante una postal autografiada de Maradona (“con cariño, Diego”), como si fuera un San Cristóbal, hasta las peregrinaciones al barrio de Forcella para ver, y fotografiar, los enormes murales con la imagen del D10S de los 'azzurri'. En ningún otro lugar del mundo afirmar que Messi es el mejor jugador de siempre se parece tanto a blasfemar como en la capital de la Campania.

Atajar las herejías

Acaso por ese afán de preservar el culto monoteísta al genio de Villa Fiorito, la primera visita de Leo Messi a San Paolo en toda su carrera parece haber movilizado al Nápoles maradoniano, una representación del cual se dio cita ayer frente al hotel donde se hospeda la expedición azulgrana para responder con gritos de “Diego, Diego” a los cánticos de “Messi, Messi”. En la ciudad que elevó al Pelusa a los altares, no se toleran las herejías.

Por eso resultó tan sorprendente escuchar al técnico 'azzurro' decir no solo que Messi es “el mejor jugador del mundo” sino que “durante años ha sido el mejor de todos los tiempos”. Una opinión que, como cabía esperar, Setién comparte plenamente: “Disfruté mucho con Maradona, nos hizo amar este deporte. Pero no he visto a un jugador que tenga tantísima continuidad como Leo”.