Un Barça-Madrid siempre es más que un partido de fútbol. Pero el de esta temporada más: incluso habló de él Quim Torra en la sesión de control de ayer en el Parlament. La causa es que, además del Clásico, este miércoles se ponía de nuevo a prueba la capacidad de movilización de Tsunami Democràtic. La plataforma independentista consiguió su primer gran éxito el día de la sentencia del procés, cuando logró bloquear el aeropuerto de Barcelona, pero sus acciones se han espaciado desde entonces, y han perdido fuerza.

"En el clásico, la gente se expresará con libertad, tranquilamente. Y el Barça Barçaganará", dijo el presidente de la Generalitat por la mañana, porque la naturaleza enigmática del Tsunami había provocado toda clase de elucubraciones antes del partido. Solo se sabía que preparaban algo, tanto dentro como fuera del Camp Nou, pero no su alcance. El resultado final: hubo más protestas que en una jornada normal, y de cariz más político, pero el fútbol fue el protagonista claro, aunque el partido no tuvo mucha historia. A pesar de las pancartas que se vieron en el interior del estadio, y a pesar de algunas cargas policiales una vez iniciado el choque, que terminaron con al menos dos detenidos, uno de ellos por lanzar una botella al cordón de los Mossos d’Esquadra.

El día llevaba tiempo señalado en el calendario de Tsunami Democràtic. Los avisos de la plataforma ya llevaron a suspender el partido en la fecha en la que estaba previsto inicialmente, el 26 de octubre. Ayer, Tsunami había convocado a los independentistas en cuatro puntos cercanos al Camp Nou unas horas antes del partido. Allí les repartió unas 100.000 cartulinas con el lema ‘Sit and Talk’, que busca forzar al Gobierno a aceptar una negociación sobre la autodeterminación.

También les dio unas caretas de Leo Messi, que debían servir para que no se pudiera identificar a quienes accedieran al estadio y participaran en una acción. Sin embargo, la seguridad del Barça retiró muchas de esas caretas, con el argumento de que no se puede estar con la cara tapada en recintos deportivos. Eso provocó las quejas de muchos aficionados y varios incidentes con los agentes de seguridad. "El cartón no mata a nadie, estamos locos", clamaba uno entre gritos de "Bartomeu, dimisión". Los Mossos tuvieron que mediar, y la organización independentista criticó la censura del presidente del Barça.

Mensajes confusos

Tsunami Democràtic había coqueteado con mensajes confusos que algunos confundieron con una voluntad de invadir el terreno de juego, pero suspender el partido nunca fue su plan. La plataforma buscaba aprovechar el impacto mediático del clásico para acaparar las miradas de una audiencia potencial de 680 millones de personas, e internacionalizar sus reivindicaciones. Pero la única acción que recogieron las cámaras fue el despliegue de dos grandes pancartas (una con el ‘Sit and Talk’ y otra con la palabra ‘Freedom’, libertad) justo cuando empezaba el partido.

La realización esquiva de Movistar no dio ningún protagonismo, en cambio, a otras iniciativas como la lluvia de pelotas de playa -unas 50- que cayeron sobre el césped en el minuto 10 de la segunda parte. En las televisiones del mundo se vieron durante un par de minutos imágenes aéreas, primeros planos de Ernesto Valverde o repeticiones de jugadas anteriores, y cuando los operarios hubieron retirado los objetos, se volvió al partido como si nada. Al final del choque, Tsunami reconoció que una "gran acción" que tenía prevista no se pudo llevar a cabo con éxito por la actuación policial. Aun así, aseguro que había conseguido sus "principales objetivos".

El partido se jugó en un estadio completamente blindado por hasta más de 3.000 efectivos policiales desplegados entre Mossos, Guardia Urbana y seguridad privada. La Policía Nacional y la Guardia Civil no formaban parte del dispositivo aunque estaban de guardia.

Intento de invasión

Los Mossos d’Esquadra cargaron minutos antes del inicio del clásico porque el grupo ultra Supporters Barça se encaró con los independentistas. Pero la policía de la Generalitat tuvo más trabajo después. A pesar de que Tsunami Democràtic había insistido en rechazar los métodos violentos, un grupo de independentistas se saltaron la consigna e intentaron entrar por la fuerza en el recinto del Camp Nou durante el descanso del partido, después de que los Mossos los hubieran separado de los 'hooligans'.

Cuando los repelieron, utilizando entre otros instrumentos balas de foam, varios centenares de personas se quedaron en el entorno del estadio, donde protagonizaron incidentes y prendieron fuego a varias barricadas hechas con contenedores en Travessera de les Corts. Tuvieron que intervenir los bomberos para apagarlas. Por la megafonía del estadio se instó a los aficionados a abandonar el Camp Nou por la zona del Gol Norte para evitar las partes más problemáticas.

A partir de ese momento, la situación derivó en las carreras y las cargas habituales en Barcelona durante los días posteriores a la sentencia, y en los enfrentamientos hubo al menos 20 heridos leves. A falta de espectáculo en el campo, sobre todo por parte de los futbolistas, la espectacularidad de las imágenes compitió con las de aquellas jornadas que ya parecían superadas.