El recuerdo está más vivo que nunca en la memoria de todos. De los dos jugadores que aún quedan de aquel equipo, Rudy Fernández y Marc Gasol. Y también de los que lo siguieron por televisión en la distancia con cierta envidia. Los recuerdos del oro de Saitama (Japón) regresan con fuerza a pocas horas de que la selección española vuelve a una final del Mundial, la penúltima gesta de un grupo único.

Nadie podía pensar que aquel título que coronó a los júniors de oro iba a ser el punto de partida de un maravilloso viaje que este domingo vivirá una nueva etapa y al que aún no se le intuye final. Once medallas en los últimos 13 campeonatos internacionales (un título Mundial, tres títulos europeos, tres medallas olímpicas) avalan la trayectoria de un equipo que ya está entre los mejores de la historia, haga lo que haga hoy frente a Argentina (14.00 horas, Cuatro).

Curiosamente, en un guiño de la historia, estos dos mismos equipos se cruzaron también hace 13 años en Seitama, aunque entonces en la semifinal. Nocioni tuvo en sus manos el tiro de la victoria, un triple que escupió el aro y abrió el paso a España hacia la final y el título.

Scariolo atiende a los periodistas españoles antes de la final del Mundial / ALBERTO NEVADO (FEB)

El mensaje que sale del vestuario español es ambicioso. Nadie se conforma con la plata. Existe una absoluta determinación de completar el trabajo después de dos meses largos de concentración. Desprende el grupo de Sergio Scariolo una confianza ciega en sus posibilidades, aunque también hay conciencia de las dificultades de la final. “Desde el primer momento, tenía buenas sensaciones con este equipo. Estamos aquí para ganar. Yo personalmente solo tenía un objetivo que era ganar el campeonato y ahora está a un solo paso. Soñar a lo grande nadie te lo quita y los límites a veces nos lo ponemos nosotros mismos en la cabeza. Creo que ahora mismo en mi mente solo hay una cosa que es el oro”, afirma Ricky Rubio.

UN REFLEJO EN EL ESPEJO

Medirse a Argentina será, en cierto sentido, como reflejarse en un espejo, según reconoce Sergio Scariolo. Cabeza y corazón forman parte del ADN de españoles y argentinos. Dos equipos que pelean y no bajan la cabeza. Frente a frente estarán los dos equipos más sólidos y trabajados del campeonato, las dos mejores defensas, gente con experiencia en los momentos complicados.

Laprovittola y Campazzo se abrazan tras superar a Francia. / ROMAN PILIPEY ( EFE)

Si España se ha enganchado al talento de Ricky y Marc Gasol, a la clase y experiencia de Llull y Rudy, el equipo argentino camina por el torneo con dos brújulas que marcan el camino: Facu Campazzo, el base del Real Madrid, y el incombustible Luis Scola, aún determinante a sus 39 años.

Después de eliminar a Serbia y también a Francia, dos de los teóricos favoritos, no podría otorgarse la etiqueta de sorpresa a Argentina, que ha dado muestras de sobra de su pegada. “Cuanto más los vemos, más sube nuestra sensación de que será muy complicado”, admitía Scariolo para analizar a su rival. “No han llegado aquí por casualidad. Han llegado con determinación, carácter, fuerza defensiva y optimización brutal de recursos ofensivos. Tenemos que estar preparados para un partido a cara de perro con momentos duros para jugar y con un final igualadísimo”, subrayó.

CUESTIÓN DE DEFENSA

En el análisis de los puntos fuertes de Argentina, Scariolo encuentra algunos en común. “Creo que ambos somos equipos en los que tenemos un gran jugador interior, predomina el juego de perímetro e intentamos jugar agresivamente. Pueden jugar con tres manejadores de balón. Hasta Deck cuando entra sabe generar desde el bote. Es un equipo con muchas armas para generar peligro. Y es uno de los mejores equipos defensivos de la competición”, puntualizó.

La selección, en cualquier caso, sabe que sus opciones son altas sin despliega el juego realizado hasta ahora. “Hay que respetar al rival, pero tenemos que ser nosotros mismos. En ataque, tenemos que dejarnos ir, pero la clave es que detrás, en defensa, juguemos a nuestro nivel”, aclara el barcelonista Pierre Oriola.

Las armas del equipo español están claras: la confianza ciega en sus posibilidades; el carácter competitivo que se mantiene y que los jugadores consideran que es parte del legado que intentan transmitir a los que vienen por detrás; la solidez defensiva, uno de los aspectos que le han hecho superar a Australia, después de dos prórrogas, o tumbar al favorito Serbia; y el liderazgo de Ricky y Marc Gasol, que sumaron 52 de los 95 puntos de España en las semifinales, y han dado valor al relevo generacional.