Primero, bronca. Luego, reconciliación. En un solo partido, Pep Guardiola tuvo tiempo para todo con el Kun Agüero. Había ordenado el cambio del delantero argentino por su pobre rendimiento, a pesar de que había marcado el 2-1 (m. 35). Pero el técnico decidió quitarlo en la segunda mitad. Entró Gabriel Jesús (m. 66) por el Kun, mientras Guardiola se encaraba en una fuerte discusión por su actitud. El partido frente al Tottenham de Pochettino acabó en empate (2-2).

"Creía que yo estaba decepcionado con él por el gol que concedimos en el córner", ha comenzado explicando Guardiola sobre el gol de Lucas Moura que significó el empate del Tottenham. Luego, relató esa apasionada escena de desencuentro y reencuentro que se vivió en el Etihad. "Le quiero mucho, conozco mucho sus sentimientos. Esto es parte del juego, hablamos, discutimos", ha añadido el técnico del City. "Muy pocas veces estoy decepcionado con mis jugadores".

Arteta, el ayudante de Pep, tuvo que calmar en un par de ocasiones a su enfurecido jefe, que discutía con el delantero

"Yo quería que él hiciera un movimiento, pero no lo pudo hacer porque estaba cansado. Entonces, el Kun pensó que yo estaba enfadado con él", ha precisado Guardiola. No se quedó ahí la bronca. Tuvo que intervenir en un par de ocasiones Mikel Arteta, el ayudante de un enfurecido Guardiola, a quien intentaba calmar. Pero este se giró hacia el banquillo para mirar al delantero.

Luego, en cambio, todo se calmó. "Es parte del juego, de las emociones del juego, hemos hablado antes, hemos hablado después", ha dicho el técnico del City. Cuando estaba el partido en tiempo añadido llegó el momento del abrazo. Era cuando Gabriel Jesús marcaba el 3-2, pero el balón tocó en la mano de Laporte, según dictaminó el VAR por lo que fue anulado. "Cuando jugamos así no hay nada que recriminar", ha añadido Guardiola.

Entonces, las cámaras de televisión captaron el abrazo cariñoso entre Agüero, que abandonó su puesto en el banquillo, y Guardiola. Ambos ya mucho más calmados. De la bronca inicial a la reconciliación final, aunque el técnico se quejó de que esas manos que le pitaron a Laporte no fueron señaladas en su día con Llorente, el delantero entonces del Tottenham.