Hace un año, justo después de la caída en Roma y antes de la final de Copa con el Sevilla (5-0), la directiva del Barça expresó en privado sus dudas sobre los métodos de Ernesto Valverde. Dudas que luego filtraron públicamente. Ni siquiera ese doblete posterior (Liga y Copa) mitigó ese descontento. Pero la herida romana quedó para siempre en el seno de la junta. Ahora, con la debacle de Liverpool, el técnico vuelve a quedar bajo sospecha, a pesar de estampó su renovación el pasado 15 de febrero hasta el 30 de junio del 2020, con una temporada más opcional.

"No tengo explicación", se limitó a decir el presidente Josep Maria Bartomeu nada más encajar el 4-0 del Liverpool, pidiendo tiempo para "no reflexionar en caliente". No hizo falta que nadie le recordara al dirigente azulgrana la caída de Roma. Él mismo la sacó. "Es otra noche nefasta por segundo año consecutivo. Ya nos pasó en Roma. Van a ser días difíciles y duros para todos", recordó Bartomeu. "Ya habrá tiempo de hacer una profunda reflexión.Lo hablaremos internamente".

A LAS PUERTAS DE UNA FINAL

Duros para el equipo porque se queda, de nuevo, a las puertas de una final de Champions. Duros para Messi, quien ha visto como su objetivo principal desde el pasado verano ("queremos traer acá la copa más linda y más deseada"), se ha truncado de la peor manera posible. Y días especialmente duros para Valverde, un técnico al que ya le costó renovar hace casi tres meses porque entendía que debía esperar a final de curso para evaluar la situación.

Llegado este punto, el Barça se encuentra igual que hace un año. Con la Liga en la mano y la posibilidad de ganar la Copa, pero despedido de Europa de malas maneras, incapaz de mantener un 3-0 conquistado en la ida. Además, las críticas a Valverde han arreciado porque no ha sabido gestionar lo sucedido en Anfield, teniendo en cuenta la dolorosa experiencia de Roma.

EL COMENTARIO

"No sé cómo me puede afectar a mí esto. No he tenido tiempo de pensar en muchas cosas", dijo el técnico minutos después de su segunda eliminación europea consecutiva. Era, además, el primer partido de Champions que perdía en esta temporada. Una derrota y a casa. "Aquí estamos, el entrenador tiene que asumir su responsabilidad. Nada más", se limitó a comentar Valverde.

Queda bajo sospecha el técnico porque ha construido un equipo hegemónico en España (dos Ligas seguidas) pero terriblemente vulnerable en Europa, incapaz de aprovechar a Messi, el mejor jugador del mundo. Unido también a los reproches que ha recibido Valverde por apartarse del estilo de juego tradicional del Barça.

LA FINAL DE COPA

Ahora, la directiva guarda silencio. En el horizonte aún está una final de Copa. Será el próximo 25 de mayo en Sevilla contra el Valencia, pero el fracaso en el examen europeo es el que condiciona todo. "Estamos todos muy calientes por la eliminación. Hay que levantar al equipo, a los jugadores, al entrenador, a todos. Tienen que recuperarse, hay una final de Copa", afirmó Bartomeu.

Falta saber, sin embargo, si Valverde tiene la energía y fuerza necesaria para pilotar el nuevo proyecto del Barça en la próxima temporada. En los últimos tiempos, han sido siempre los entrenadores los que han decidido irse del Camp Nou. Así ocurrió, por ejemplo, con Guardiola (2012), con Tata Martino (2014) y Luis Enrique (2017), el antecesor del Txingurri. Pep duró cuatro años; Tata, uno; Luis Enrique; tres. De momento, Valverde está acabando su segundo curso con la misma frustración que terminó el primero. De Roma a Liverpool. De Manolas, a la salida de un córner, a Origi, tras un saque de esquina en el que el Barça, como dijo Luis Suárez, "parecía un equipo de juveniles".