La derrota del Córdoba el pasado viernes, ante el Granada, tiene una doble lectura a nivel táctico. En primer lugar, un aspecto más general, marcado por la pérdida del centro del campo en la primera parte ante el Granada. Aguado y De las Cuevas se vieron superados por Montoro y San Emeterio, el doble pivote del Granada. Fruto de ello el equipo blanquiverde, pese a adelantarse en el 2’ gracias al golazo de Andrés Martín, fue incapaz de controlar el partido.

Las acometidas del equipo nazarí eran continuas, especialmente por banda izquierda, donde un desequilibrante Vadillo -un jugador de Primera- no encontraba oposición en un Miguel Loureiro desquiciado. Y esa es, precisamente, la segunda clave a analizar en el partido ante el Granada. Una vez los centrocampistas visitantes rompían la línea de presión en la medular, la pelota circulaba a través de Fede Vico -notable también su primera parte- y llegaba con facilidad a las botas de Vadillo. El extremo de Puerto Real comenzó el partido en banda derecha pero, pocos minutos después, se ubicó en la zona zurda del ataque de su equipo. El Granada vio el punto flaco de la defensa del Córdoba en una zona entre la espalda de Loureiro y un par de metros a la derecha de la posición de Quintanilla. Ni el lateral cubría bien la marca de Vadillo ni el central acudía con presteza a hacerle la cobertura. Así llegó el primer tanto del Granada. Centro desde la otra banda que llega al extremo del Granada, Loureiro trata de recular y, cuando se posiciona para evitar que el pase atrás de Vadillo encuentre rematador, introduce la pelota en su portería.

Si ante el Albacete la hecatombe se produjo más por un aspecto anímico, la remontada del Granada se explica mejor si la dinámica es puramente táctica. El Córdoba no corrigió el mencionado déficit y, nuevamente por banda izquierda y con Aguado como protagonista, se creó la jugada del segundo gol. Un robo de pelota con los blanquiverdes saliendo cogió muy adelantado a Loureiro. Quintanilla acudió a cerrar esa fuga, pero perdió claramente la carrera con Vadillo, que embocando la portería cedió a Fede Vico, dentro del área, para que fusilara a Carlos Abad.

Con 1-2 en el marcador tocaba remar a contracorriente y, por segunda semana consecutiva en El Arcángel, después de que el Córdoba se hubiera adelantado en el luminoso. En esta ocasión el equipo blanquiverde no se arrugó, y firmó una segunda parte al menos decente, moviendo la pelota de un lado a otro buscando el empate. Si en la primera parte, aún en ventaja, Andrés Martín tuvo el segundo gol en sus botas, en un mano a mano que culminó con demasiada inocencia, en el 76’ de la segunda parte fue Neftali el que pudo anotar el gol de la igualada. El delantero suizo, que reemplazó a un Carrillo que no se encontraba bien físicamente, remató casi sin pensárselo un balón para el que habría tenido tiempo incluso de controlar o de prepararse bien el disparo. Chutó demasiado alto y, en el aire, murieron las posibilidades del Córdoba. Hasta el final el equipo de Curro Torres -que también introdujo a Jaime Romero y Blati Touré tras el descanso, en dos cambios acertados pero sin efecto- buscó con ahínco la meta del Granada, pero Rui Silva no tuvo que fajarse con gran presteza. La derrota ante el equipo nazarí fue la derrota de un equipo en descenso ante otro que, con más calidad en líneas generales, aspira al ascenso directo. Pero el duelo fue igualado y estuvo marcado por fallos en posicionamiento y en las marcas, algo que no debe ocurrir si el Córdoba quiere la permanencia.