Una vez eliminado el suizo Roger Federer en octavos de final a manos del griego Stefanos Tsitsipas (20 años) -uno de esos jóvenes que se esfuerzan en vano para acabar con el dominio de los 'Big Three' en el tenis mundial-, el Abierto de Australia vivirá este domingo (9.30 horas) la final más deseada, la que enfrentará a los dos jugadores más en forma del momento, el número 1, el serbio Novak Djokovic, y el número 2, el español Rafael Nadal, en un auténtico clásico que llegará a su 53 edición.

Si Nadal se deshizo el jueves en semifinales del propio Tsitsipas en una hora y 46 minutos cediendo solo seis juegos, Djokovic necesitó 23 minutos menos y ceder aún dos juegos menos para apartar de su camino al francés Lucas Pouille (24 años y 28 del mundo) por 6-0, 6-2, 6-2 en una acto de demolición que sitúa la final del Melbourne Park en una situación de igualdad que solo el desarrollo del partido va a desvelar hacia qué lado se inclina.

POCO DESGASTE DE AMBOS

Hace un año, los dos jugadores estaban en una situación muy distinta. Nadal se retiró de Australia en cuartos de final ante Cilic y Djokovic cayó el octavos ante el surcoreano Chung antes de decidir operarse del codo. El serbio volvió con fuerza en verano y ahora está en condiciones de encadenar por tercera vez tres títulos grandes consecutivos, tras ganar el año pasado en Wimbledon y el Abierto de EEUU. Nadal, ganador en el 2018 en Roland Garros por 11 vez, se retiró en semifinales en Nueva York, ante Del Potro, y estuvo cuatro meses sin jugar hasta su regreso en Australia, tiempo que aprovechó para remozar su servicio -que ha ganado en efectividad- y recobrarse físicamente de todos sus achaques.

El resultado es que, por primera vez en Australia y séptima ocasión en su carrera, Nadal llega a la final de un grande sin haber cedido ni un solo set (en las seis ocasiones anteriores logró el título). 'Nole', por su parte, solo ha perdido dos sets (uno ante Shapovalov o otro ante Medvedev) y llega muy descansado, ya que la retirada de Nishikori en cuartos de final hizo que solo se haya desgastado durante 2 horas y 15 minutos en los dos últimos partidos. Nadal, con un día más de reposo, tampoco llegará cansado, ya que ha liquidado sus seis partidos en poco más de 12 horas.

MUCHOS ALICIENTES

La igualdad debe presidir un duelo muy repetido en el circuito (53 veces), 24 de ellos en finales, 7 en finales de torneos de Grand Slam y una vez en Australia. Fue en el 2012, con una agónica victoria de Djokovic en cinco sets y una duración de 5 horas y 53 minutos, un récord en finales de cualquier grande. "Este año, con el superdesempate 'tie break' a 10 puntos en el último set, no creo que lleguemos a cinco horas como en el 2012, pero los partidos contra Nadal siempre son una experiencia única, son épicos, así que hay que comprar una entrada para ver esta final", recomendó el serbio, que persigue su 15 grande y su 7 en Melbourne, con lo que superaría los 6 de Federer y del legendario australiano Roy Emerson.

Nadal, por su parte, jugará su 25 final en un grande (ha ganado 17), y quinta en el Abierto de Australia, con la intención de desquitarse del 2012, repetir su título de hace 10 años (ganó a Federer en el 2009) y, sobre todo, entrar definitivamente en la leyenda de ser el primer tenista en la era open (desde 1968) capaz de ganar al menos dos veces cada uno de los cuatro grandes. Antes solo lo habían logrado el propio Emerson y otro australiano, Rod Laver.

El nuevo clásico del tenis, el 53 Nadal-Djokovic, está servido. "La rivalidad está en la pista. Fuera tenemos una buena relación basada en el puro respeto", aclaró el español.