La selección española femenina sub-20 juega hoy (19.30 horas, GOL y Eurosport) ante Japón la final del Mundial de la categoría. El éxito de este equipo, entrenado por Pedro López, no ha llegado de forma aislada (España ha ganado este verano los Europeos sub-17 y sub-19), y no es más que la continuación de unos triunfos que llevan unos años acumulando las categorías inferiores del fútbol femenino.

El Mundial sub-20 es el torneo más definitorio para la carrera venidera que puede jugar un futbolista joven. Un triunfo supone llegar a lo más alto en el último paso de la formación, justo antes de dar el salto a la selección absoluta. El equipo liderado por Patri Guijarro ha llegado a la final con épica, tras ganar 1-0 a la anfitriona, Francia, con una jugadora menos y salvando un penalti en contra, detenido por Catalina Coll, una de las figuras del torneo.

EL FRUTO DEL TRABAJO

Pedro López tiene la baja de Aitana Bonmatí, capitana y guía del equipo desde el centro del campo. Al igual que Patri Guijarro, Carmen Menayo y Maite Oroz, Bonmatí es una de las futbolistas que sobreviven de la selección que perdió 2-0 frente a Japón en la final del Mundial sub-17 celebrado en Costa Rica, en el 2014. Además, otras once de las 21 seleccionadas vieron cómo las japonesas les apeaban de la lucha por el Mundial juvenil, en el 2016, esa vez en semifinales. «Queda esa cuenta pendiente, por supuesto. Aunque las hayamos ganado después hace dos años -en el Mundial sub-20- y ahora otra vez, en fase de grupos, con gol de Carmen Menayo, no es lo mismo. Creo que este es nuestro momento», reconoció Patri Guijarro, centrocampista clave en el sistema de López, en una entrevista con la FIFA. Hace apenas una década el fútbol femenino español estaba en pañales; el nivel de profesionalización era mínimo, en la selección nacional y, sobre todo, en las categorías inferiores.

EL PRIMER PASO

Todavía con Ángel María Villar en la presidencia de la Real Federación Española, en el año 2006 se dio el primer paso de un esfuerzo colectivo que ahora empieza a dar frutos. Se creó un cuerpo técnico para rodear al seleccionador femenino, Ignacio Quereda. Llegaron Jorge Vilda, actual seleccionador absoluto; el preparador físico Javier Velázquez, el entrenador de porteros Manuel Amieiro, Ángel Vilda y Pedro López, el seleccionador de las categorías inferiores.

Con ese equipo de trabajo empezaron a llegar los primeros resultados en las categorías inferiores y en la absoluta, con la primera clasificación de la historia para una Copa del Mundo. «El Mundial es la gran esperanza de impulsar el fútbol femenino. Cuantas más casas nos vean, mucho mejor. Es algo histórico. Nuestro objetivo real es pasar la fase de grupos, ojalá acabemos entre las tres mejores europeas», decía Vero Boquete, capitana de ese equipo y mejor jugadora española de la historia, justo antes del Mundial de Canadá 2015.

La eliminación en la fase de grupos, con solo un punto en tres partidos, destapó todos los trapos sucios. Las internacionales españolas forzaron la dimisión de Quereda, después de 27 años en el cargo, mediante una carta abierta en la que explicaban su sentir y las condiciones en las que se había preparado la cita más importante de la historia del fútbol femenino español. «Es evidente que la preparación del Mundial no ha sido la correcta, los amistosos fueron inexistentes, la aclimatación, escasa. El análisis de los rivales y la forma de preparar los partidos, insuficientes. Y esta ha sido la dinámica durante mucho tiempo. Creemos que se ha terminado una etapa y que necesitamos un cambio», decían en el escrito las 23 internacionales.

LA ETAPA VILDA

Tras el terremoto, Villar nombró a Vilda como nuevo seleccionador, para alegría de las jugadoras. El primer gran desafío de la nueva España fue la Eurocopa 2017 celebrada en los Países Bajos. Terminaron eliminadas en cuartos de final, en la tanda de penaltis ante Austria, después de haber completado una clasificación inmaculada, con ocho victorias en ocho partidos, y haber pasado segundas de grupo en la fase final con tres puntos de nueve posibles, en un triple empate con Escocia y Portugal.

En menos de un año, el 7 de junio de 2019, arrancará el Mundial de Francia. España ya está clasificada, a falta de dos jornadas para el final, primera de grupo por delante de Austria, que tendrá que ir a la repesca. En cualquier caso, España sigue lejos de los recursos, la profesionalización, el desarrollo y la valoración, en todos los sentidos, que tiene el fútbol femenino entre el resto de las aspirantes a ganar los grandes torneos. Aún queda dar el gran salto.