España se irá mañana de Pieonchang con el mejor balance histórico en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Dos medallas de bronce y un diploma olímpico es un botín que no recuerdan los más viejos del lugar. Los deportes de invierno españoles siguen aferrados a unos apellidos recurrentes. Si dos Fernández (los Ochoa, Paquito y Blanca) eran hasta el momento los dos metales donde agarrarse, otro Fernández (Javier) y un Hernández (Regino) han situado de nuevo a España en el medallero 26 años después del último podio, conseguido por la pequeña de la saga de Cercedilla en Albertville (Francia) en 1992.

El balance, sin duda, es bueno, dada la poca tradición y solidez de los deportes de nieve y hielo en el país, pero eso no quiere decir que se haya producido un despegue. Javier Fernández, también doble campeón mundial y seis veces campeón europeo de patinaje artístico, es el resultado del talento individual y de una voluntad de hierro, similar a los pioneros que abrieron camino en el deporte español en los años 60, 70 y 80 (Bahamontes, Santana, Nieto o Ballesteros).

Un buen snowboard

En cuanto a Regino Hernández, en este caso sí, es la punta de lanza de un metódico trabajo bien hecho en una modalidad muy joven (el snowboardcros es olímpico desde Nagano 1998) y trabajada a destajo por el malogrado técnico barcelonés Israel Planas (fallecido en marzo del 2017) con un pequeño equipo de fieles discípulos. Regino, de 26 años, es uno de ellos, pero a priori no el más destacado, ya que este papel estaba reservado al donostiarra Lucas Eguibar (24 años), subcampeón del mundo, que se fue por los suelos en octavos de final. Ahí se perdió otra opción clara de medalla, lo mismo que en halfpipe, donde la veterana Queralt Castellet, en sus cuartos Juegos a sus 28 años, se conformó con el séptimo puesto al errar la estrategia en la final, dejando los trucos más elaborados para la tercera y última ronda en vez de arriesgar desde el principio.

Cuatro opciones de medalla (con dos materializadas) no es mala cosa para un reducido equipo de 13 deportistas (solo dos mujeres) que se ha batido bien en los Juegos surcoreanos. Otra cosa es el legado que esa buena actuación vaya a dejar en los deportes invernales. Javier Fernández, que ya ha anunciado que ni siquiera participará en los Mundiales del mes que viene, ya ha verbalizado los proyectos que tiene para cuando deje definitivamente las patinoires. «Me gustaría ser entrenador y serlo en España», ha asegurado el patinador madrileño, que por cierto vuela de regreso a Corea del Sur para ser el portador de la bandera en la ceremonia de clausura de mañana. «Pero tendré que ver si puedo crear un buen proyecto, si tengo las ayudas suficientes. Hay que mover muchas piezas para conseguir que exista un Centro de Alto Rendimiento de patinaje, un sitio en el que los niños puedan alcanzar un nivel tan alto como el mío sin tener que salir del país».

Ser campeón en casa. Esa es la asignatura pendiente que plantea el nuevo medallista olímpico. Igual de difícil lo tendrá el snowboard para ampliar su base, en un deporte con apenas 80 licencias profesionales en el país. Regino (que competirá en la Copa del Mundo de La Molina esta semana) se limita a disfrutar de su logro. «Es un bronce que sabe a platino. He dejado mi huella en la historia del deporte. Que me recuerden junto a Paquito y Blanca me hace más feliz incluso que haber logrado la medalla».