En ocasiones, con un temario más dificultoso de lo normal, cuando se había dispuesto de poco tiempo o, simplemente, como medida de gracia del profesor, la nota del aprobado bajaba en clase medio puntito. Incluso un punto. Esa medida de gracia aparecía como concesión excepcional con vistas a reducir en lo posible el abrumador número de suspensos. Al Córdoba, en el curso 2016/17, no le van a bajar la nota apenas. Tendrá que ganarse el aprobado raspado si quiere asegurarse estar una temporada más en Segunda División, ya que una ligera bajada de la nota no le garantiza el aprobado. Los triunfos de rivales por la permanencia contra adversarios de más entidad, que luchan por las eliminatorias de ascenso, dejan a los blanquiverdes una papeleta que, en teoría, debería ser fácil o cómoda de asumir: ganar al Mirandés, condenarle a Segunda B y, de paso, mantenerse en la pelea. Porque parece claro que, tras los últimos resultados, habrá que llegar a los 50 puntos para salvarse o, como mínimo, para evitar riesgos. Lo contrario, es decir, no lograr la victoria esta tarde, obligaría a mirar a los demás e implorar para que el examen global se pueda aprobar con menos del mínimo requerido.

Para ello, el equipo de Carrión necesitará de un partido completo. Continuar con los medios partidos, con las primeras partes más o menos competitivas y las segundas de bajón y a expensas del acierto del adversario, significaría dejarlo todo en el alambre.

El técnico admitió el problema y el reto, al menos para esta tarde, será que el Córdoba logre mantener una línea constante en los 90 minutos. Saltará de inicio, probablemente, con el once titular de las últimas semanas. El cambio obligado de Caro por Antoñito, sancionado, y la duda en la mediapunta con Markovic, aunque el serbio parece seguir teniendo ventaja sobre Juli. En El Arcángel estarán los casi 11.000 de media que vienen acompañando al equipo en esta segunda vuelta, ya que el resto de abonados no parece que haya encajado de buen grado el contraste entre lo prometido y lo realizado.

Y enfrente, un Mirandés que pelea por sacar la cabeza del agua como sea, de tener una última y casi imposible oportunidad por discutir, al menos, su presencia en Segunda la próxima temporada. Han mejorado defensivamente los rojillos con la llegada de Pablo Alfaro al banquillo al colocar éste una defensa de cuatro, pero mantienen una esperanzadora (para el Córdoba) ceguera ofensiva. Regresan a El Arcángel Fran Cruz, Javi Hervás y Fernando Usero, que vivieron etapas bastante más brillantes que la actual en el Córdoba, cuya exigencia en esta temporada se ha quedado, nada más y nada menos, que en subsistir. Y esa exigencia se la marca hoy el colista de Segunda.