Vuelven a encontrarse el Atlético y el Barça en una eliminatoria después de la de semifinales de la Liga de Campeones de la temporada pasada, que Diego Pablo Simeone calificó como uno de los mejores momentos vividos como entrenador del Atlético, pero ayer el técnico argentino no quiso tomar ese cruce como referencia para lo que pueda pasar en estas semifinales de Copa.

«Son partidos diferentes. Lo que ha pasado desde entonces, sea bueno o malo, queda detrás y se me viene a la mente que en estos cinco años en un club importante vamos a competir en nuestra sexta semifinal. Es una cosa muy grande y ojalá podamos convivir el miércoles con esa responsabilidad», dijo ayer Simeone antes de dirigir el último entrenamiento de preparación del choque de este miércoles en el Vicente Calderón.

Un cruce que el técnico rojiblanco espera con la ilusión de que su equipo se reencuentre de una vez a sí mismo después de meses de indefinición y pérdida de sus señas de identidad, lo que le llevó a alejarse de la cabeza de la Liga a 10 puntos ya a primeros de diciembre, distancia que no ha podido reducir a estas alturas mientras no dejan de multiplicarse los lamentos entre la afición de que el cholismo toca a su fin tras un ciclo espectacular. Ni la impecable fase de grupos en la Champions puede atajar la sensación, más bien la certeza, de que el equipo ha perdido seguridad y fiabilidad y es cada vez más vulnerable.

El Barça será una buena piedra de toque para calibrar si el Atlético puede alcanzar el nivel de temporadas pasadas y Simeone, aún reconociendo la irregularidad del equipo, asegura que «la ilusión y el estado de ánimo adecuados indudablemente van a estar en un encuentro tan importante».