Aunque se marchó en silencio después de quedar relegado a un más que discreto segundo plano cuando las decisiones en el Córdoba eran «corales», el otrora director deportivo blanquiverde Pedro Cordero, con un presupuesto muy inferior al de la presente campaña y con un límite salarial más bajo, logró apuntalar una plantilla que a todas luces necesitaba ser retocada para terminar logrando el ascenso en Las Palmas. Cordero tocó entonces las tres líneas, con cinco refuerzos (con una media de apenas 30.000 euros cada uno), además de subir a dos jugadores del segundo equipo.

El cartagenero, que pasará a la historia del club por ser quien apostó por Florin Andone, trajo entonces a Arturo, Nieto, Juanlu, Obiora y Gunino, mientras que Pinillos y Campabadal pasaron a tener más protagonismo en el primer equipo que en el filial.

Fran Cruz, que hasta entonces tenía ficha con el B, tuvo que ser inscrito como profesional para mantener el mínimo de licencias “P”, ya que tanto Campabadal como Obiora fueron inscritos con el filial cordobesista. Con ellos, el Córdoba se quedaba con una plantilla de 20 jugadores, 21 contando con Pinillos, que también tuvo un protagonismo destacado en la segunda vuelta con el primer equipo.

Por entonces, el Córdoba andaba 7º pero en una clasificación históricamente compacta. Salvo Obiora, que se vio superado por López Garai tras lesionar a Carlos Caballero, los otros cuatro refuerzos y los jugadores promocionados desde el filial tuvieron un protagonismo muy destacado en el plantel que logró el ascenso a Primera División tras 42 años de desierto por Segunda B y Tercera División.