«Si he llegado hasta aquí es porque no le tengo miedo a nada». Así describía recientemente Yeray Álvarez (Barakaldo, 21 años) el porqué un central que parecía destinado a ser cedido para espolearse fuera de Lezama se ha convertido en un referente de la zaga del Athletic, donde muchos profesionales del fútbol le han comparado ya con Carles Puyol, su ídolo, mientras escalaba hacia el primer equipo.

Un cáncer en el testículo derecho, desgraciadamente una enfermedad ya común entre la juventud que sufre algún tipo de tumor pero con un margen de curación muy elevado, le obliga a detener su fulgurante progresión. El martes será operado. Volverá «más fuerte», como exclamó el afectado después de que el presidente Josu Urrutia y el médico Josean Lekue le comunicaran la noticia tras una semana de molestias en la zona afectada.

La familia rojiblanca, que acababa de conocer el cruce con el Barça bajo la sospecha de que es demasiada casualidad toparse siempre con los azulgranas, acabó conmocionada, si bien fueron cayendo en cascada los mensajes de ánimo al defensa, que en la pugna por ser el escolta de Laporte, dejó atrás a Etxeita y Bóveda. Una lesión del segundo le abrió las puertas del debut como león el 15 de septiembre en el feudo del Sassuolo, en la Europa League. Tres meses después es ya un titular indiscutible y su nombre está anotado en la agenda de muchos clubs.

«Se encuentra tranquilo y fuerte, no va estar solo», señaló Urrutia, mientras Lekue llamaba a un «optimismo moderado» a expensas de la información «que nos dé la cirugía». En la entidad bilbaína se recuerda el caso de Borja Basagoiti, del filial, que pasó y superó un via crucis similar hace unos años, al igual que el ciclista vasco Markel Irizar, que recomienda a Yeray «calma» y le diga a la enfermedad «que se ha equivocado de cuerpo». «Ahora estará flasheado, cuando lo asimilas se hace más sencillo», atestigua Irizar.

Robben, Armstrong, Molina o Penev volvieron a su mejor versión tras vencer al mal, referentes en los que puede apoyarse Yeray, que ya destacaba cuando jugaba en el colegio baracaldés de La Inmaculada. Pasó por el fútbol sala y el fútbol siete antes de recalar en el Barakaldo y llamar la atención del Athletic, que le trasladó al llamado minilezama de Ortuella hasta que el Danok Bat, un club que se dedica a curtir perlas, le reclutó. Bastó un año para que desde Ibaigane le abrieran la puerta del todo.

Entre Goikoetxea y Puyol

Destacan de Yeray su talante templado, que combina con su capacidad de liderazgo y atrevimiento. Muchos recuerdan la que organizó el primer día que entró al vestuario del Danok: cogió el extintor y llenó la habitación de polvo. Un mensaje de cómo estaba dispuesto a coger la sartén por el mango en un momento donde le apodaron Braulio, entonces un central del Getafe.

En el trasiego de convencer de que podía ser el próximo Goikoetxea por raza y desparpajo ha desarrollado un exquisito sentido de la anticipación. Su otra rémora, mantener la concentración, también la ha liquidado. La comparación con Puyol está en la calle. La toma con orgullo. «Lo dicen porque ven que voy con todo». Quizás se deba a la afición que cultivó cuando se deslizaba por la nieve con el snowboard.

Mensajes de apoyo

Valverde no tardó en reconocer sus exquisiteces. «Es un fenómeno. Nos está dando mucho este año. No se aprecia su juventud, se atreve con el balón y está muy fuerte en las disputas. Parece que lleva jugando mucho tiempo», mencionó tras el 5-3 al Genk. Que Carlos Gurpegi sea el consejero del míster ha ayudado a Yeray, ya que es quien aconseja y corrige al jugador cuando nota que ha errado en algún marcaje. El de Andosilla puede ser la persona indicada para arroparle ante el último obstáculo.

«Eres muy grande hermano», reseñó Iñaki Williams, compañero de fatigas. «La fuerza que demuestras en cada partido te permitirá ganar esta batalla», escribió Ander Herrera desde Manchester. También lo hizo el seleccionador Julen Lopetegui: «Con la misma energía que estabas jugando superarás esto para que tus sueños se cumplan».

Los médicos indican que el tratamiento podría llevar unos cuatro o cinco meses y otros tantos para la completa recuperación si precisa quimioterapia. La estadística está de su lado y le acompaña toda la familia del Athletic.