Prólogo.

Cuando Perez Lima pitó, Abraham Paz no se lo pensó. Cogió el balón y lo puso en el punto de penalti. El portuense tenía confianza, seguridad en sí mismo. Un par de temporadas antes, frente al Universidad Las Palmas, el Cádiz necesitaba un empate para subir a Segunda A y lo logró gracias a un tanto de penalti de Abraham ajustado al palo derecho. Pero en el 2005 era distinto. Ahí estaba un cadista desde chiquitito, frente a Julio Iglesias y a solo 11 metros de Primera División. El del Puerto de Santamaría marcó el 0-2 y el Cádiz subió en Jérez. Junto al Me han dicho que el amarillo, de Manolito Santander, el sí, sí, sí, subimos en Chapín aún colea por el Carranza.

Historia blanquiverde

El partido ya ha terminado en Anoeta. El triunfo en la jornada anterior ante el Racing de Ferrol por la mínima había dado muchas esperanzas a los blanquiverdes, que dependían de sí mismos en la última jornada, si bien se enfrentaban a una Real Sociedad que necesitaba la victoria para poder aspirar al ascenso. Un nutrido grupo de aficionados cordobesistas se habían desplazado al País Vasco y habían cantado con ahínco el gol de Pineda, aunque apenas un par de minutos después Labaka servía la tragedia para un Córdoba recién ascendido esa temporada, que había destituido ante la dificultad de la situación a Paco Jémez. El punto en Anoeta le podía valer a la escuadra dirigida por el gaditano José Manuel González, siempre y cuando el Cádiz no pasara del empate en esa última jornada.

El partido ya ha terminado en Anoeta, pero allí ningún cordobesista se mueve de su asiento. La preocupación es encontrar un carrusel en la radio que cuente lo que está pasando en Alicante. Los desplazados escuchan que el colegiado González González ha decretado penalti para el Cádiz, que empata a 1 en el Rico Pérez. El especialista desde los once metros del conjunto cadista, Abraham Paz, coge la pelota y la deja en el punto dramático. El del Puerto le pega fuerte, abajo, y se estrella contra el palo. En Anoeta se contiene la respiración; en la Tacita de Plata no se lo creen. El balón rebota en la espalda del portero del Hércueles, Limia, parece que va a ser gol, pero, finalmente, se marcha fuera. Se desata la locura en San Sebastián. El Córdoba se queda en Paz.

Epílogo

Este verano, el Cádiz se enfrenta al Hércules en la última ronda de la fase de ascenso a Segunda División. El teléfono de Abraham Paz no para de sonar. Es recurrente. Después de aquella 2007/08, el portuense rescindió y se marchó, precisamente, al conjunto alicantino con el que incluso llegó a jugar en Primera. Luego se marchó al Sabadell, donde coincidió con Uli Dávila. De ahí se marchó al fútbol israelí. «La verdad es que no lo olvido. Fue el momento más doloroso de mi carrera. Siempre lo llevaré a cuestas. Que se hable después de tantos años a veces me molesta, según la situación».

Pese a todo, el excadista recuerda que «me quería morir. Iba con total confianza de que el gol dejaba al equipo en Segunda. Sabía que después se acababa el partido y la temporada. Pero el balón golpeó en el póster, después en la espalda del portero y se marchó fuera. Fue una manera cruel de acabar la temporada. La salvación la teníamos en la mano». Pese a todo, no cree que el fallo en el Rico Pérez «haya condicionado mi carrera. Sí que me quedé marcado por ese penalti. Muchos aficionados se acuerdan del penalti que he fallado, no se acuerdan de los que metí».

Y en la pasada jornada volvió a marcar. Su equipo, el Ihud Bnei Sakhnin, perdía en casa ante el Hapoel Ra’anana. Era el minuto 94 y el excadista cogió el balón. Ocho años y cinco meses después del penalti errado, el portuense volvió a lanzar una pena máxima, marcó y le valió a su equipo para puntuar. Y Abraham quedó en Paz.