Messi, Neymar y Suárez están muy cerca de reencontrarse. No les gusta vivir separados y menos cuando hay un título a la vista. El tridente se ha desmembrado, primero con la caída del 11 y después con la del 10, y al 9 le correspondió la responsabilidad de jugar por los tres. Marcó un gol por cada uno, un hat trick ante el Guangzhou para abrir las puertas de la final y esperar ahí a sus dos colegas con el balón bajo el brazo. Y ahí parece que estarán los tres. Juntos otra vez. El tridente unido para cerrar el círculo con el quinto título y conquistar, de nuevo, el mundo.

Pasan las horas, y la luz de alarma se va apagando, lentamente, todavía sin dejar de parpadear del todo. Pero el ambiente y las sensaciones entre la expedición azulgrana son hoy mejores que ayer. El foco pasó de Neymar a Messi, caído inesperadamente horas antes de la semifinal por un cólico nefrítico que dejó al Barça en estado de shock.

UNA PIEDRA EN EL CAMINO

Basta que Leo se lleve la mano a la pierna para que los culés se lleven las manos a la cabeza. Así que a todos les salió una piedra en el riñón en cuanto Leo no jugó y dos piedras ante el temor de que no estuviera en la final. Tuvo una mala noche y cuando parecía que estaba mejor, recayó. De hecho, el autocar lo estuvo esperando pero ya no bajó de la habitación. En esos momentos, las previsiones eran muy pesimistas ante una situación que ofrecía poco margen de maniobra. Todo dependía del riñón de Leo y no tenía buena pinta.

El 10 pasó otra mala noche, pero una vez expulsada la piedra, todo ha ido a mejor

La evolución ha sido más que favorable aunque el club ha evitado dar cualquier tipo de información. Messi pasó otra vez muy mala noche, dolorido por las molestias, pero por la mañana expulsó la piedra que le torturaba. A partir de ahí, todo empezó a recomponerse. Ahora, simplemente es cuestión de esperar que recupere el mal cuerpo que tiene después de tantas horas de molestias y dolor. Pero, si las cosas no se complican y sigue el curso esperado, nadie duda de que este desgaste físico no basta para dejar a Messi fuera de juego. Ni mucho menos. Menudo es él para perderse cualquier cita y más una tan especial, la quinta copa y otro título para adornar todavía más el quinto Balón de Oro que recibirá el 11 de enero.

Neymar corre hacia la final, cada vez más cerca de cumplir el objetivo que se marcó desde que se lesionó. La cuenta atrás que puso en marcha, con la cita de Yokohama entre ceja y ceja, obsesionado con conquistar la corona que perdió, parece que va a acabar como deseaba.

AL MARGEN DE TODOS

El brasileño apareció otra vez en el entrenamiento del equipo, aunque trabajó al margen del grupo bajo la atención de Juanjo Brau. Durante los quince minutos abiertos a los medios de comunicación ya lo hizo con un ritmo mucho más intenso que el día anterior. Cada hora que pasa se siente mejor y será difícil o imposible que la precaución a la que apela Luis Enrique supere su ilusión por jugar.

Neymar corrió, esprintó, tocó balón y siguió una tabla de ejercicios, con cambios de sentido ante los que costaba recordar que estaba lesionado. “Bien, bien niño, así”, le animaba Brau, con gesto satisfecho, consciente de su buena recuperación. Neymar, que ha seguido trabajando en el hotel con su fisioterapeuta personal, tiene metido en la cabeza que quiere jugar. Y si lo hace querrá hacerlo de titular.

"Bien, bien niño, así!", animaba Brau, fisioterapeuta del Barça, al brasileño en la última fase de su recuperación.

Así que la inquietud de 24 horas antes ante la posibilidad de una final sinMessi y sin Neymar se ha ido disipando. Poco a poco el tridente va recomponiéndose y frustrando las plegarias de los ‘gallinas’. “Los hinchas de River no quieren que juegueLeo. Cuando se lesionó en la rodilla ya empezaron a preguntar si llegaría a tiempo o no y en cuanto se supo que estaba mal me empezaron a llegar mensajes de Argentina y todos decían lo mismo: ‘ojalá que no juegue’. Eso sí, todos los otros hinchas argentinos esperan que juegue”, explicaba el periodista Pablo Hacker del diario 'La Nación'.

Pero no es fácil dejar al 10 fuera de juego. Es más duro que una piedra.