Caídos Neymar y Messi, del tridente solo quedó Suárez, y nadie como él para asumir la responsabilidad de compensar la ausencia de sus dos colegas, como el hermano mayor que tiene que llevar el jornal a casa, como el tipo que lleva toda la vida peleando para ganar cada balón, a bocados si hace falta. Suárez no es de toque fino, pero muy pocos le ganan en compromiso. Así ha llegado donde está, así ha ido dando tumbos hasta cumplir el sueño que fue construyendo gol a gol. El Barça era el sueño de su vida y lo hizo realidad. Y ahora, él va a devolverle todo lo que le ha dado partiéndose la cara. En poco más de un año, desde que cumplió su condena, no ha dejado de luchar. Y de marcar. Y de ganar. Sin el 10 y el 11, el 9 valió por tres, acompañado por Iniesta el mohicano. Un 'hat trick' para derrotar alGuahgzhou (3-0) y entrar en la final por la puerta grande y dejar botando el balón para rematar la quinta copa el domingo ante River.

De entrada, no fue un paseo, pero a la que Suárez abrió el camino se acabó lo que se daba. Scolari no da para tanto y el Guangzhou estuvo muy lejos de ser un rival que temer. Y eso que la tarde se torció inesperadamente. La ausencia de última hora de Messi, con uncólico nefrítico que mantiene en el aire su presencia en la final, tuvo un efecto psicólogico. La voz corrió y nadie acababa de creerlo. Hasta que apareció la nota oficial del club. Sí, Messi no iba a estar. Neymar, tampoco, ya se sabía, ni siquiera como suplente en contra de lo que algunos hicieron correr. Demasiado riesgo todavía. En la final, está por ver aunque él corra sin tregua hacia el campo.

EL CAZADOR, AL ACECHO

Total que Suárez tuvo como escoltas a Sergi Roberto y Munir. El resto, los nombres de gala, con Bravo como elegido por delante deTer Stegen. También él tuvo un papel destacado. Justo después del gol de Suárez, retrató las diferencias entre las dos porterías. El torpe Shuai Li, la pieza más frágil del disciplinado Guangzhou de Scolari, rechazó de mala manera un lejano disparo de Rakitic. ¿Y quién apareció ahí? Suárez, el cazador, siempre al acecho, siempre olfateando la presa. A diferencia del remate a bocajarro que poco antes Munir estrelló contra el guardameta, él no falló. La primera, dentro.

El gol alivió a un Barça que estaba espeso, aunque al minuto tuvo que aparecer Bravo para evitar el empate, en una estirada imponente a un cabezazo de Elkeson. El campeón de Europa se dedicó a ir masticando el partido, tocando y tocando, pero estuvo mucho rato frío como el ambiente de Yokohama, en un silencio que solo rompía la ruidosa afición china. El resto del estadio prácticamente lleno y de claro color azulgrana, apenas alzó la voz, como si quedarse sin ver a Messi les hubiera dejado sin habla. Lo que sí se escucharon fueron los cánticos de River Plate, una pequeña avanzadilla de la marabunta que marcha sobre Yokohama y que el domingo será un terremoto. Entre el pequeñísimo grupo de seguidores culés, hubo algunos que mantuvieron la tradición de corear “independencia” en el minuto 17, acompañados de unas pocas 'estelades'.

Por si las moscas, entre Iniesta y Suárez decidieron que no era cuestión de dejar pasar el rato, y liquidaron el partido. Una asistencia maravillosa ideada en esa cabeza que lucía un 'look' sorprendente, y otra vez el cazador. Y para cerrar el círculo, y hacer honor al tridente, el tercero de penalti. Seco y fuerte, sin rodeos, sin adornos. Como és él.