La suerte para José Antonio Romero es que tras la de anoche solo le quedarán cuatro comparecencias más en sala de prensa para analizar el resultado de un partido. Ya podrá dejar de acumular energía porque su equipo estará totalmente vacío. Su desgracia es que le quedan las mismas fechas para tratar de lograr lo que sería una pírrica, pero al menos honrosa victoria. De los tres entrenadores que han pasado por el banquillo cordobesista solo Djukic supo ganar algo. Al Córdoba, y por defecto a su actual técnico, solo le quedan los focos que le dará el Barcelona el próximo sábado. Más allá de eso, poco importa la opinión sobre un partido que a buen seguro muchos cordobesistas ni vieron ni escucharon por la radio. Así de tristes y consumidos andan los seguidores.

Apenas un puñado de preguntas en la rueda de prensa a Romero. Y pocas veces las palabras tuvieron tan poco significado. Ni resulta creíble ni casi entendible el empecinamiento en seguir hablando de permanencia. "Cada minuto que pasa es más difícil la salvación", apuró el técnico. Esa última palabra de su discurso o cualquier sinónimo de ella ya suena a broma, pero parece que es lo políticamente correcto en una comparecencia, por muy sorprendente y surrealista que parezca. "Matemáticamente hasta la jornada de mañana (por hoy) no lo sabemos, pero cada vez es más difícil", seguía haciendo números el entrenador, algo que ya chirría escuchar

Los periodistas le hicieron un favor a Romero al evitar un bombardeo de preguntas. Quizá, de toda esta etapa que le ha tocado vivir al técnico, lo que más complicado le esté resultando sea elaborar discursos creíbles, más incluso que cualquier sesión o planteamiento. Así, el entrenador insistía en hablar del próximo encuentro como si de él dependiera el futuro del club. "Hay que rearmar al equipo. Hemos de intentar por todos los medios que el estado emocional sea lo más fuerte posible porque el sábado tenemos otra vez competición y estaremos compitiendo con el mayor orgullo", presagiaba, aún sabiendo que su mensaje no tiene calado.

El que sí lo tiene es el de Lucas Alcaraz en el Levante, al que está muy cerca de salvar, como ya hiciera con el Granada durante dos temporadas seguidas, aunque, precavido como es, el granadino no celebra aún nada. "Jugar por abajo es muy complicado. Eso nos está amenazando, pero con otras virtudes y certezas estamos tirando para delante". El que fuera entrenador del Córdoba, al que se le acusa día tras día de su poca estética en el fútbol, quiso presumir de sus jugadores como muestra de agradecimiento por su actitud. "En los últimos 25 años he tenido 25 vestuarios, y no hay ninguno que esté al nivel de la calidad humana de este".