Los enemigos de un ciclista no son el agua, ni la lluvia, ni siquiera la nieve. Todo es soportable; menos el viento. Y el aire soplaba de cara, como un diablo que frenaba las bicis por la subida, más larga que dura, hacia La Molina. Contador es ambicioso. Lo era cuando ya despuntaba como el mejor juvenil de Madrid o cuando en estas mismas fechas, por allá el 2005, ganaba la última edición de la Setmana Catalana. Y por eso atacó ayer, aunque sin éxito, en la etapa reina de la Volta.

El siempre es el primero en moverse, aunque todavía le falte un punto, en su carrera hacia el Giro, el primer objetivo del doble reto que persigue este año, llegar de rosa a Milán y de amarillo a París. El demarra, como ayer en La Molina, y hace añicos la carrera, aunque otros, más cautos, como Richie Porte, a ritmo, lo neutralicen y hasta le quiten cinco segundos en el esprint final en la meta de La Molina, donde ganó el estadounidense Tejay van Garderen.

La furia del Sky en Cataluña se llama Porte, el amigo del extraño Chris Froome, que se quedó vacío.