Alejandro Valverde es único en su especie. Es irrepetible y un ciclista capaz de ganar en cualquier terreno incluso, como este martes en Olot, al esprint. Tendrán que pasar muchos años para que aparezca un corredor como él. Cometerá fallos. Es verdad. Pero, tal como dice, a él se le aprecian más porque siempre va delante.

La crónica también se podría titular como la de un ganador por accidente, porque no era su intención vencer en Olot sino ayudar en la llegada a su compañero, murciano como él, José Joaquín Rojas. Pero miró para atrás, vio que todos iban tras ellos muy rápidos y que había un riesgo inminente de que pillaran a ‘Rojillas’.

"Por eso, no me lo pensé dos veces y fui a por la victoria. De hecho, como la carretera estaba mojada (llovió todo el día) era tan peligroso ir delante como detrás", ha explicado Valverde tras conseguir la victoria, la segunda de la temporada, que ya se refresca también con segundos y terceros puestos, en Mallorca, en Catar y en la bellísima Strade Bianche, en Italia.

Euforia y extrañeza

Valverde arañó unos segundos en una general de la ronda catalana que sigue liderada por el polaco Maciej Petarski y con el peligrosoPierre Rolland, en la segunda plaza de la general.

Ganó el mismo día en el que Alberto Contador conoció que, al menos de forma provisional, si no definitiva, se ha quedado sin director deportivo, puesto que Oleg Tinkov, el millonario y a la vez excéntrico propietario del Tinkoff Saxo, ha apartado del equipo aBjarne Riis, "una persona muy importante en mi carrera deportiva", según las palabras del corredor madrileño.

Con este ambiente, entre la euforia de Valverde y la extrañeza de Contador se afrontará el miércoles la tercera etapa, con salida y llegada a Girona y el Alt dels Àngels, como juez de la jornada.