Cuando se ajusta tanto a la mínima es más fácil que el tinglado salte por los aires. Es lo que tiene competir en otro mundo con lo preciso, apelando a la honestidad y poco más, y cuando se apela a ella, dando un giro más de timón. Ayer, para más suplicio, se autoinvitó al partido en Anoeta paradójicamente el menos riguroso de los 23 de corto: Velasco Carballo. Mal funciona un sistema cuando machaca una y otra vez al más débil, da igual si es fútbol, una comunidad de vecinos o un Estado. Mal ejemplo cuando es el árbitro el que se erige en el protagonista: tres rojas al más frágil en un partido de guante blanco no deja buen gusto ni ejemplo. Al menos, la sensación que se trae este Córdoba de San Sebastián, en este tortuoso final de curso y un 3-1 para acumular ya nueve derrotas consecutivas, es que se resiste a arrastrarse y peleará hasta el final. Este es el prólogo de una semana con José Antonio Romero, la tercera revolución en curso merece el beneficio de la duda en medio de tanta mediocridad y duelos directos a la espera (Deportivo, Elche, Levante, Granada, Eibar...).

La situación no es más fácil ni más difícil que hace siete días, la distancia con la permanencia sigue siendo la misma (7 puntos), pero este nuevo Córdoba compitió con sus ajustes, sus limitaciones, con honestidad y sencillez en la puesta de escena y le dio para contestarle el triunfo a la Real Sociedad en su estadio, con diez desde el inicio del partido y hasta ocho en el tramo final de la basura. Con un árbitro malo. Con una tendencia opresiva. Con lo mínimo para salir a competir tras la última de las purgas. Pero si hace una semana, con poco más o menos de fútbol pero mucho menos de actitud y arrojo se dio por tirada la Liga en La Rosaleda, ayer, el Córdoba de José Antonio Romero cayó con la cabeza alta y el deber cumplido.

No parece por lo visto una liga para honestos. El primer listado de intenciones deja la situación en el lugar que se esperaba del nuevo entrenador. Romero, el hombre de la casa por antonomasia en la era González, ha tirado de menos glamur y más compromiso. Se ha dejado atrás de un plumazo a muchos de los que apuntan en los muros de las redes sociales y anoche, también, en los de El Arcángel. Sus apuestas de inicio así lo dejan claro. Su delantero franquicia, Florin Andone, minusvalorado en los precedentes, partió de inicio y acudió de nuevo a su particular cita goleadora. Ya lleva cuatro tantos y el mejor promedio anotador del equipo con diferencia. La errónea decisión del colegiado de expulsar de inicio al serbio Pantic no permitió ver un partido de tú a tú, en igualdad de condiciones entre desiguales. Sin embargo, el Córdoba fue más equilibrado e intenso en sus acciones, en cómputo general, y llegó las veces suficientes con su nómina de perfil bajo como para aspirar a la victoria en San Sebastián.

Pero si daño hizo en sus decisiones el colegiado gallego, más la proyección a dos semanas vista ante el Atlético, en la siguiente comparecencia en El Arcángel. Romero no podrá contar con su pareja de centrales de ayer, Pantic e Iñigo López, ni con el lateral Pinillos. Y esta circunstancia, en plena búsqueda de un grupo corto y selecto de comprometidos, puede hacer daño en un equipo cogido con alfileres.