En un día, gris, lluvioso, con la panorámica sobre todo Madrid, en la planta 42 de una de las megatorres edificadas sobre la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, Carlos Sainz júnior se desprendió de esa coletilla que le identificó como el hijo del bicampeón, el niño del karting, el joven que se impuso en las World Series hace pocas semanas, ya es profesional. Ya es piloto de F-1, a los 20 años. Misión cumplida. «Realmente estoy agotado», dijo, tras no menos de 10 entrevistas. «Se acabó eso de júnior. Me llamo Carlos Sainz a secas y mi objetivo es ser campeón».

-Se acabó el aprendizaje, se acabó el ser hijo de… Ya es piloto de F-1.

-Sí hay mucho trabajo, mucho sacrificio detrás de todo esto que hay aquí ahora mismo. Ya desde pequeñito en el karting me daba cuenta del padre que tenía y de que era un poco diferente. Pero bueno, a partir de ahí, me tocó forjar mi nombre y decir ‘no, aquí estoy yo, me voy a dedicar a los circuitos, a la F-1, que es mi sueño y que no tiene nada que ver con los ralis’. Por ese lado no van a poder compararme con mi padre porque él se dedicó a los ralis y yo a la F-1. Pero como te digo, aquí hay mucho trabajo, mucho sacrificio, y esta es la gran recompensa.

-El anuncio del fichaje de Max Verstappen para un puesto que parecía el suyo tras el verano fue un golpe duro, mucha presión, ¿no? -Sí, puede ser que sí, pero la presión me la puse yo mismo a principio de año cuando vi que mi gran sueño de la F-1 se basaba en que ganase las World Series y me dije: ‘Chaval, si quieres cumplir tu sueño, ponte las pilas desde ya, vamos a ganar esto y demuestra que vales para ello’. Y eso me lo repetía en cada entrenamiento, en cada carrera, en cada desplazamiento. Supongo que tuve mucha presión de Red Bull, pero el primero en ponérsela fui yo con mi objetivo desde muy pequeño de llegar aquí.

-Se habla mucho de su padre, pero usted siempre tuvo de ídolo a Fernando Alonso, que nunca perdió oportunidad de decir: ‘Detrás de mí, solo veo un piloto, Carlitos Sainz’.

-Increíble. Lo de Fernando conmigo ha sido como un cuento de hadas. Cuando le conocí con 6 o 7 años, no es que fuese mi ídolo, ¡sino que le veía como un dios! De hecho, ayer colgué en Twitter una foto en la que se veía que le tenía como algo superior y ya desde muy pequeñito me apoyaba. Siempre que tenía la oportunidad hablaba bien de mí a los medios, a los equipos, en ruedas de prensa... y no me queda más que agradecérselo, lo haré toda mi vida porque seguro que él también ha aportado su granito de arena para que yo esté hoy aquí, en la parrilla del 2015. Lo que ha hecho por mí es increíble. Le debo mucho, muchísimo.

-¿Le ha dado algún consejo?

-Sí, me ha dado un montón de consejos. Sobre todo, el primero que me dio y el que más ilusión me hizo, fue que me enseñase el circuito de Mónaco desde su punto de vista, con todos sus trucos, para poder correr con las World Series. Como se puede imaginar, llegar a Mónaco y de primeras saber por dónde ir en cada momento con los consejos de Fernando Alonso es un lujo, un superlujo.

-Usted tiene 20 años recién cumplidos, y su compañero, 17. Serán la pareja más joven de la F-1.

-Es increíble. Hace un mes era el ganador más joven de las World Series, y ahora me siento viejo al lado de mi compañero. Me voy a afeitar la barba para parecer más joven (risas).

-Muchas risas, pero será su gran rival, el espejo en el que le juzgarán. ¿Le conoce? ¿Qué sabe de él?

-Le conocí, el pasado domingo, en el circuito de Abu Dabi. Charlamos durante una hora larga, muy larga, y la verdad que muy bien. Mejor de lo que te puedes imaginar porque aunque creas que había tensión no había ninguna. Primero nos tocará aprender a los dos mucho; segundo, tenemos que ayudar a Toro Rosso a tirar para adelante, a desarrollar un coche porque en la F-1 durante el año eso es fundamental, y tercero, nos tocará batirnos, que esa será la parte más divertida.