Poco importa que el último gran premio del año puntee doble, cosa, dicen, que no volverá a ocurrir. No importa que el primero sume el doble (50 puntos) porque el segundo también suma el doble (36) y el británico Lewis Hamilton (Mercedes) tiene suficiente margen como para correr mañana sereno, pegarse, si quiere, a su compañero, el alemán Nico Rosberg (Mercedes), y conquistar tranquilamente su segundo título mundial de pilotos de F-1. Hoy, en la última sesión decisiva, Rosberg ha sumado su 'pole' nº 11 de la temporada, tras liderar las parrillas de Baréin, Mónaco, Canadá, Inglaterra, Alemania, Hungría, Bélgica, Japón, Estados Unidos y Brasil. Por su parte, Hamilton, que ha salido derrotado en referencia a su principal adversario en esta especialidad (el inglés ha sumado siete 'poles': Australia, Malasia, China, Barcelona, Italia, Singapur y Rusia), deberá de conformarse con haber sido segundo.

No hubo, como tampoco la habrá mañana, carrera alguna a excepción del duelo entre los dos Mercedes, que distanciaron al tercero, a un segundo. Sabido es que solo Hamilton, o una auténtica mala suerte técnica, es decir, avería o, peor aún, percance de carrera, choque, salida de pista, puede dejar a Hamilton sin título, pues el británico debería tener muy fácil liderar el pelotón de 'los demás', aquellos que están muy lejos de los Mercedes y que, en Abu Dabi, están encabezados, como en muchos anteriores grandes premios, por los poderosísimos Williams-Mercedes del finlandés Valtteri Bottas, que ya suena como sustituto de su compatriota Kimi Raikkonen en el equipo Ferrari del 2016, y el veterano Felipe Massa, tercero y cuartos ayer.

El español Fernando Alonso (Ferrari), que criticó a su equipo por haber equipado su monoplaza con el último motor nuevo que tienen "lo que nos ha impedido ponerlo a punto, carburarlo bien y tenerlo listo para conseguir un buen crono en el último entrenamiento de la temporada", partirá desde la décima posición, es decir, desde la quinta fila, una de las peores de la temporada en el que será su GP de despedida con la firma de Maranello.