Hace ocho años la trayectoria del baloncesto español sufrió un vuelco de las proporciones de un tsunami. Hace ocho años, en Japón, la selección tocó el cielo con la conquista del Mundial, en una final memorable ante Grecia, e hizo realidad lo bueno que se intuía desde la irrupción de la generación del 80, la que logró el Mundial júnior de 1999.

Hasta aquel momento de la historia, alcanzar unos cuartos de final ya tenía el valor de una conquista. Desde entonces, con el liderazgo natural de dos jugadores irrepetibles, como Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, España no ha parado de subirse al podio desde el bronce logrado en el Europeo de Turquía (2001).

Después de más de una década en la cima, con momentos memorables como las dos platas olímpicas, o los dos Eurobasket ganados de forma consecutiva, la selección afronta a partir de hoy su reto más difícil: ganar de nuevo, pero esta vez en casa, ante su gente, con lo que eso supondrá de presión añadida, y conscientes de que están ante una oportunidad única en la que será, por lógica, su último aparición mundialista.

Su debut se producirá esta noche frente a Irán (22.00 horas), en el cierre de una jornada que contará con dos partidos de lujo: Francia-Brasil en Granada y Puerto Rico-Argentina en Sevilla. "Irán es el campeón asiático y lo afrontamos con todo el respeto del mundo", dijo ayer Orenga sobre un rival accesible, que le servirá para ir soltándose en un partido, y para el que ha anunciado su presencia el rey Juan Carlos.

A decir de muchos, estamos ante la mejor selección española de la historia. Existe una conjunción única entre trayectorias individuales, crecimiento personal, experiencia y protagonismo de los jugadores en sus equipos, la mitad de ellos de la NBA.

Así que, no parece fácil que vuelvan a repetirse una condiciones tan idóneas para asaltar el título como sucederá en esta Copa del Mundo, y discutir el reinado de EEUU, igual que se hizo en las finales olímpicas de Pekín y Londres, hace ahora ocho y cuatro años.

Se antoja, además, complicado que la selección reúna en el futuro inmediato tanta calidad sobre la misma cancha de baloncesto, desde las seis estrellas de la NBA (Pau y Marc Gasol, Ibaka, Ricky Rubio, Calderón, Claver) pasando por los grandes nombres que elevan el prestigio de la Liga ACB como ocurre con Navarro, Rudy Fernández, Sergio Llull, Felipe Reyes, Abrines o el Chacho Rodríguez.

El camino hacia la final para la selección, en cualquier caso, estará cargado de exigencia. EEUU, el vigente campeón del mundo y olímpico, se intuye como la última frontera, pero el Mundial se presenta, más que nunca, como un torneo abierto, con muchos equipos aspirantes a podio sobrados de jugadores de calidad (Francia, Lituania, Brasil, Argentina, Serbia, Australia...), y un formato exigente, que incluye eliminatorias directas desde octavos de final hasta la lucha por las medallas.

SIEMPRE EEUU Aun privado de los grandes nombres, como los de Kobe Bryant, Lebron James o Kevin Durant (baja inesperada durante la concentración estadounidense), el técnico Mike Krzyczewski ha sabido rodearse de un bloque de una tremenda pegada, con suficiente bagaje en aspectos cruciales como atleticismo, explosividad y juego exterior para acudir a esta cita con grandes dosis de confianza.

Por el formato de competición, España solo podrá encontrarse con EEUU en la lucha por las medallas, así que su preocupación pasará por una fase de grupo en la que se medirá con tres equipos de primer orden, como Brasil (que por primera vez presenta a todas sus estrellas de la NBA, con Nené Hilario, Varejao, Splitter, Barbosa), Francia, privada de Parker y Noah, pero con cinco NBA --Batum (Portland), Diaw (Spurs), Fournier (Nuggets), Gibert (Jazz), Mahinmi (Pacers)-- y la siempre peligrosa Serbia, donde debuta como técnico Sasha Djordjevic. En esa primera fase, con cinco partidos, en los que la exigencia irá de menos a más, el equipo de Orenga podrá tener una medida exacta de sus fuerzas. Para España, el reto no se situará solo en el plano deportivo, sino también en el organizativo. Con un presupuesto en torno a los 45 millones, la Federación quiere dejar un legado para el futuro con un torneo que conocerá su desenlace de aquí a 15 días en Madrid.