Tenía tantas de entrar por la puerta de la que será su casa hasta el 2019 que fue de los primeros en llegar. Larga ha sido la espera de Luis Suárez para poder entrenarse con sus compañeros y volver a sentirse futbolista: hasta que el TAS (el Tribunal de Arbitraje del Deporte) no ha atenuado la dura sanción que le impuso la FIFA eliminando la prohibición de participar en "cualquier actividad futbolística". De momento, esa actividad se limitará a entrenar; de momento, es una satisfacción que sabrá a poco con el paso de las semanas y a medida que vaya transcurriendo la competición.

Un mes y un día --como una condena-- ha tardado Luis Suárez desde que aterrizara en Barcelona (14 dejulio), y pudiera acceder, ayer, a la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. Y, en realidad, es una condena lo que cumple el delantero, que durante ese espacio de tiempo solo ha podido firmar el contrato (de incógnito, porque lo tenía prohibido, el pasado día 17) y entrenarse en solitario y en privado por parajes secretos para que no le captaran las cámaras y el TAS y la FIFA se pudieran violentar.

La inactividad no ha hecho mella en Suárez, que mostró un buen estado de forma en el entrenamiento de ayer. El delantero ha trabajado con un preparador del club y ha tocado balón, porque en los exigentes rondos, donde el balón vuela, seguramente más que en Liverpool o en la selección de Uruguay, Suárez penó muy pocas veces yendo al centro tras un mal pase. El toque no lo ha perdido. Tampoco se le vio desorientado ni extrañado por ser el estreno.

Y el primer día, Suárez madrugó (llegó poco después de las 8 de la mañana, hora y media antes de la sesión) y quiso refugiarse entre los veteranos del equipo. Salió del vestuario con Andrés Iniesta, con quien había hablado ya por teléfono días atrás y franqueó la puerta del campo número dos entre Xavi y Alves. Con Busquets, Pedro, los jóvenes del filial (Sandro, Grimaldo Samper y Munir), Song y los porteros inició su historia en los rondos diarios del Barça.

"Estaba en una situación en la que me sentí incómodo", explicó el delantero uruguayo de su obligado apartamiento por la sanción. En el día a día será uno más; los fines de semana reaparecerá la frustración al ver pasar los partidos sin poder disputar ninguno. Solo los amistosos. Como el Gamper del lunes, ante el León. O los que programe Uruguay (tiene tres: en Japón, en Corea del Sur, los días 5 y 9 de septiembre, y en Arabia Saudí el 10 de octubre) antes del posible debut oficial. Que será por todo lo alto, en el clásico frente al Madrid. En el Bernabéu, coincidiendo con su primer día (26 de octubre) de libertad.

La incomodidad de los entrenamientos furtivos se transformó ayer en alegría por formar parte del equipo. "Estoy muy feliz de volver a sentirme jugador de fútbol y estar con mis compañeros. Tenía ganas de empezar", aseguró el delantero, de 27 años, a las cámaras de Barça TV. "Estoy pagando por un error que cometí y por el que ya pedí perdón. Eso es para olvidar ya", añadió, antes de agradecer al club la cobertura prestada el último mes.

Pero no lo olvidará fácilmente porque no podrá disputar las primeras ocho jornadas de Liga ni las tres primeras de la Champions.