Real Madrid y Olympiacos se juegan hoy en un quinto y definitivo partido, sin red, el pase a la Final a Cuatro de Milán, después de que ambos equipos solventaran sus compromisos en casa. El Palacio de Deportes madrileño dictará sentencia definitiva y sin posibilidad de recurso, gracias a la trayectoria de un Madrid que se hizo acreedor de esta ventaja.

Llegados a este punto, todo es analizable. El cansancio, la tensión, el juego, el acierto, la ventaja de campo, los arbitrajes, la calidad de los jugadores, pero lo único cierto es que cuarenta minutos de baloncesto dirimirán quién se enfrenta al Barcelona en la semifinal de Milán el próximo 16 de mayo.

El Real Madrid, que durante siete meses ha asombrado en España y en Europa por su juego y resultados, se juega más de media temporada ante un Olympiacos que está defendiendo sus opciones hasta sus últimas consecuencias. El Olympiacos griego ha demostrado que no es el campeón de las dos últimas ediciones de la Euroliga por casualidad. Pese a no tener las plantillas campeonas de las recientes campañas, sigue teniendo en el pabellón de La Paz y la Amistad un auténtico seguro de vida que al Madrid se le ha atragantado como no lo había hecho ningún otro recinto.

El Madrid tiene claro que debe volver a sus orígenes, a anotar muchos puntos, a correr, a jugar en rápidas transiciones y, a ser posible, algún contraataque. Y a defender e ir al choque al menos con la misma intensidad que han demostrado sus rivales. Olympiacos sabe que no puede plantear una batalla abierta al Real Madrid. Sabe que sus opciones pasan por un partido controlado, duro, farragoso, con interrupciones, áspero, que es lo mejor para sus intereses.