Puede que con el paso del tiempo, nadie repare en este Gran Premio de China para valorar la trayectoria de Fernando Alonso. Puede que se diluya frente a otros resultados, como los del 2005 y 2006 --los años de sus títulos-- o los tres años en los que estuvo a punto de sumar otra corona mundial.

Es posible que la historia solo recoja el doblete de Mercedes, o los problemas de todo un tetracampeón Sebastian Vettel frente a Daniel Ricciardo, pero Alonso guardará en su prodigiosa memoria un lugar especial para esta carrera de China. "Estoy muy satisfecho, he hecho un pilotaje al nivel del 2012, creo que he protagonizado una gran carrera", dijo el asturiano.

Y lo hizo como le gusta, con la mejor de sus virtudes, con una salida fulgurante para ganar dos posiciones frente a Nico Rosberg y Ricciardo, aunque eso le costara un golpe con Felipe Massa. "Fue un toque fuerte. Creí que podía tener daños y pregunté por radio. Pero me confirmaron que no había... La verdad es que tuve suerte". Acosó a Vettel en las primeras vueltas y eso le ocasionó un fuerte graining --la capa exterior de los neumáticos se descompone en granos y el tiempo por vuelta cae uno o dos segundos-- que gestionó con maestría. Entró a boxes antes que Vettel y le ganó la posición al regreso. Después fue cuestión de "apretar y apretar". Ni un error, a ritmo de crono, buscando diferencia frente a los Red Bull mientras en el box de los coches azules dirimían si Vettel debía dejar pasar a Ricciardo. Batir a los campeones de los cuatro últimos años le deja "un gran sabor de boca". "Es hermoso, muy hermoso, volver a disfrutar de la ceremonia del podio, algo que parecía lejos cuando en la última carrera casi no entramos en los puntos". "Este podio va para Stefano", dijo el asturiano, que, como todos en el equipo, no entiende por qué se han cargado a Domenicali, un buen jefe, un gran tipo, su amigo, el hombre que luchó por llevarle a Maranello. Esa dedicatoria tenía, sin duda, doble mensaje.