Agitaron la bandera a cuadros por error a una vuelta del final. Hubo que cambiar la clasificación sobre la marcha. Lo que podría haber sido un lío monumental en otras circunstancias, se quedó en una anécdota sin importancia. A Mercedes le da exactamente igual cuándo finalicen las carreras porque ha liderado todas, absolutamente todas, las vueltas de los cuatro grandes premios disputados, algo que no se veía en los últimos 20 años.

El de Mercedes es un dominio abrumador, tremendo, que mantiene felices a los jefes y, sobre todo, a los pilotos. "Conducir este coche es un sueño", dice Lewis Hamilton, que ni se inmutó para ganar su tercera carrera consecutiva, la primera vez en su trayectoria. "Tenemos el mejor coche, nadie lo duda", se sincera Nico Rosberg tras completar el doblete --el tercero consecutivo-- a pesar de mil y un problemas. Nada que hacer contra ellos. El resto se pelean por ser el primero de los mortales. Y hasta ahí se encaramó Fernando Alonso en una de sus mejores carreras. "Al nivel de pilotaje del 2012", confirma el asturiano tras batir a los Red Bull.

Pilotar un coche como el Mercedes del 2014 es la ocasión perfecta para batir récords, como los hicieron los McLaren a finales de los 80, Williams a principios de los 90, Ferrari con el inicio de siglo y Red Bull en los cuatro últimos años. Ahora es el turno del fabricante alemán, de ver los resultados de su ingente inversión --muy por encima de Ferrari y Red Bull-- de los últimos tres años. La disfruta Lewis Hamilton --"es increíble pilotar este coche; lo único que puedo decir es gracias equipo"-- para sumar su 25 victoria, una más ya que mítico Juan Manuel Fangio. Ross Brawn no le engañó cuando, a finales del 2012, le mostró sus planes en Mercedes y le arrancó de los brazos de Ron Dennis.

La escasa fortuna que tuvo en la primera carrera de Australia, cuando abandonó por una estúpida avería en una pipeta de una bujía, se ha trasladado ahora a su compañero Rosberg. El rubio alemán --sigue siendo el líder del Mundial, que nadie lo olvide-- ya tuvo problemas de software en la calificación que le relegaron a la cuarta plaza de la parrilla. La cosa empeoró el domingo.

MARTIRIO PARA EL LIDER En el box de Rosberg no recibían ninguna información del coche por un fallo en la telemetría. No pudo calibrar embrague, diferenciales y mapas de motor para la salida, así que se quedó patinando, mientras era rebasado por dos coches, incluido Valtteri Bottas, con el que colisionó en la primera curva. "Fue un gran problema. Después tenía que ir comunicando por radio cada vuelta el consumo que reflejaba mi pantalla y otros datos", desveló el alemán. Ni por esas. Remontó desde la sexta plaza. Primero dio cuenta de los Red Bull, y después, de Alonso. "En Barcelona tendremos una gran evolución del coche y todo irá aún mejor", amenaza el piloto de Wiesbaden.

Puede que Mercedes necesite un campeonato aparte. En el otro Mundial, en el del resto del mundo, manda Alonso. Es tercero con 41 puntos, por delante del Force India de Nico Hülkenberg --¡qué gran piloto!-- y de los Red Bull. En una de sus mejores carreras, el español protagonizó una espectacular salida marca de la casa, aguantó con maestría la enorme degradación de su neumáticos, tiró como un poseso y supo gestionar la ventaja al final frente a Daniel Ricciardo. Es su 96º podio y ha puesto en evidencia una vez más a Kimi Raikkonen, a casi un minuto, perdido en la octava posición. Si alguien esperaba una lucha en el seno del equipo Ferrari, puede ir mirando hacia otro lado, a la cúpula directiva, quizá, o otros equipos, tal vez a Red Bull, donde Ricciardo sigue avasallando al tetracampeón Vettel, al que tiene amargado y al que no cesa de derrotar en cada carrera.