Huracanes, terremotos, tsunamis, lluvia, niebla, pista encharcada, drenaje inexistente, suspensión de los entrenamientos por falta de visibilidad, aglomeración de ensayos en la matinal del domingo, caídas repentinas de los líderes. "Ciertamente --dijo Rossi el sábado-- no parece Motegi el mejor lugar para celebrar un gran premio".

Pero el Doctor ya no está para estos menesteres. Vale sigue aquí porque le apasiona correr y porque es la imagen del Mundial. Ciertamente pudo tratarse de un GP dantesco, pero no se lo digan al joven Alex Márquez, que a los 17 años (tiene prohibido descorchar el cava en el podio) ganó el primer GP de su vida. Tampoco le hablen de esas adversidades a Pol Espargaró que, con 22 años, se proclamó ayer, en ese teatro del terror convertido en escenario de sus sueños, en flamante campeón de Moto2 y en el 15º español en lograr un cetro mundial. Y ni le mencionen a Jorge Lorenzo que Motegi es gafe, ya que, ganador de su séptima carrera del año, ha convertido el infierno de Motegi, propiedad de Honda, en el paraíso de Yamaha, que sumó así su victoria nº 200 en la categoría reina.

Fue, ciertamente, un fin de semana diabólico y un domingo en el que solo se decidió el campeonato de Moto2, aquel que todos suponíamos sería el único que quedaría para Cheste, en Valencia. Al caos reinante el viernes y el sábado se sumaron carreras esperpénticas en las tres categorías el domingo. Polyccio no solo aprovechó la herida en el brazo de Redding, sino que se vino arriba cuando, en la primera vuelta del GP, el británico y Tito Rabat, el otro candidato a amargarle el día, se estrellaban y abandonaban. El pequeño de los Espargaró tenía suficiente con ser séptimo. Y ganó.

LA LOCURA DE MOTO3 Pero, para caos, caos de verdad, la primera vuelta de Moto3 cuando Isaac Viñales voló sobre la cabeza de Salonl, hasta entonces líder del Mundial, y lo dejó tan aturdido que, aunque regresó a la pista, volvió a caerse cinco vueltas después. Se quedaron en cabeza Alex Rins, Viñales --Maverick-- y Alex Márquez. Rins se desquició y acabó por los suelos. En la recta final, el hermanísimo superó por 27 milésimas a Viñales en meta. Resultado: Salom, Viñales y Rins están metidos en un puño, separados tan solo por cinco puntos. Consecuencia: el que gane en Valencia, gana el título.

Ante tanto ruido, tanto plástico roto y viendo la cola que había en la clínica, Márquez, el líder, el mejor rookie de la historia, decidió intentarlo, sí, pero solo a medias. Al 0 de Australia, añadió una caída ayer antes de la carrera. No se hizo nada. De nuevo, las siete vidas que relata el excampeón Randy Mamola.

QUIETO PARADO Así que, cuando se escapó Lorenzo, Márquez lo intentó durante 14 de las 24 vueltas. "Luego pensé: te has separado de Dani (Pedrosa) y, tratando de atrapar a Jorge, por poco te vas al suelo dos veces, así que segundo está bien, 20 puntitos más para casa y, en Valencia, Dios dirá". Y Valencia dirá que el nuevo rey es Marc Márquez. Y será coronado por el poderoso Lorenzo, cuya proeza ha sido hacer durar este Mundial hasta el último día. "Si Marc gana este título será un merecidísimo campeón. No hay que olvidar que es un debutante con marcas históricas. Ha sido rapidísimo en todas las condiciones y su año es brillantísimo", dijo el maestro.

Hace siete años que el Mundial no se decide en la última carrera. Fue en el 2006, cuando Pedrosa tiró a Hayden en Estoril. Llegó Valencia y Rossi tenía suficiente con ser sexto. El Doctor se cayó y Hayden, tercero, fue campeón.