Odia que le apoden el anti-Márquez. El no tiene nada contra nadie. No le gustan esas habladurías de que no sabe vivir sin su hermano Aleix al lado. Detesta que le consideren un niño bonito. Es Pol Espargaró, si acaso Polyccio para los amigos y fans. El pequeño de los Espargaró ha terminado haciendo diabluras sobre la pista y ayer, en Motegi, triunfó a lo grande, a lo bestia. "En parrilla vino Aleix y me dijo que tenía suficiente con acabar entre los siete primeros". Y Espargaró pensó: "Pero qué me dice este tío, ¿no sabe que yo no pienso aflojar? ¿No sabe que pilotando conservador, calculando, es cuando menos atención prestas a lo que estás haciendo y te caes. O te atrapan. Pierdes la concentración y adiós carrera. Y adiós título, sí, título".

Espargaró, que empezó la temporada mal, tal vez acusando la teoría de que este debía ser un campeonato para ganarlo con una mano ("eso de ser favorito a priori es horrible: si ganas, bueno es lo previsto; y si pierdes, eres un fracasado"), sigue insistiendo en la emoción del momento. "Lloré en Phillip Island y he llorado hoy (por ayer), sí, porque me he acordado de los que están a mi lado, a las duras y a las maduras. De mi equipo que, a menudo, confiaba más en mí y en la remontada que yo. Y, en la última vuelta, me he acordado de una frase que me dijo Sito Pons en Catar: 'Este título te va a cambiar la vida'".

El ídolo de Granollers reconoce haberse pasado las dos últimas vueltas rezando para resolver esta primera pelota de partido en Japón "porque no quería, en modo alguno, que el título se decidiese en Valencia, el último día, no, por favor, no". Y, de nuevo, como ya hizo en Phillip Island, este muchacho de 22 años, 121 carreras a sus espaldas, 15 victorias (nueve en 125cc y seis en Moto2), 43 podios (se sube al cajón en un tercio de los grandes premios), reconoció que "sin Redding y Rabat no hubiese sido campeón, pues ellos han sacado lo mejor de mí y me han hecho sudar sangre. Por eso este título tiene tanto valor, porque lo he ganado ante dos grandes pilotos".

El último campeón español asegura que va a necesitar "varios días" para asimilar "el sueño de mi vida". Y quería triunfar ganando, de la misma manera que quería ascender a MotoGP como campeón de Moto2. En ese sentido, Sito Pons, propietario del equipo en el que Polyccio se ha proclamado campeón, asegura: "La fuerza de Pol es su firmeza, su determinación, su voluntad y el hecho de que no se rinde nunca".

"Da gusto trabajar con él --señala Santi Mulero, el mismo técnico que hizo bicampeón del mundo de 250cc a Sito Pons-- porque es de los que lo dan todo en la pista. Nosotros trabajamos para proporcionarle la mejor moto posible pero, si no lo logramos, él pone el resto para subir la moto a lo más alto".

Cuando el Mundial llegó a Barcelona, Redding superaba a Espargaró por 47 puntos y solo se habían disputado cinco carreras, en la cuales Polyccio había obtenido dos cero (Austin y Le Mans). "Entonces no me veía remontando, pero la victoria en Montmeló me dio alas y, poco a poco, fui creciendo y acortando las distancias. Luego, Redding ha tenido la mala fortuna que tuve yo al inicio y hemos podido igualar la suerte, lo que nos ha reconfortado mucho".

Directo a MotoGP

El nuevo campeón de Moto2 no quiere pensar aún en su estreno en MotoGP con la Yamaha el día después de que concluya el GP de Valencia. "La gente de Yamaha, cuando firmé por ellos, me dijo que sería muy bueno dar el salto como campeón de Moto2. Espero que estén tan contentos como yo. Pero yo aún no pienso en ello. Quiero disfrutar con la afición de Cheste esta corona y, luego, sí, luego ponerme las pilas para tratar de ser alguien entre los mejores".

En los días de bajón, Polyccio siempre recibió el apoyo de los suyos, que le recordaban que en la parrilla no había otro igual que él. Y Polyccio se comía la pista. Ahora, su familia, que le espera ansiosa, le dará otra satisfacción.