Había ensayado el salto en el último entrenamiento de Sepang (Malasia). Era un salto de canguro, versión de la rana torera, algo de vídeojuego, casi de Supermario. Frenada fuerte con el freno delantero, clavaba la moto entre las piernas de su mecánico y, con el mismo impulso de la suspensión cuando rebotaba, saltaba disparado hacia la segunda moto. Y, en su vuelo, se le puede ver ya con los brazos extendidos y las manos, como garras, abiertos los dedos para ¡zas!, en una décima de segundo, adaptarse al manillar.

Marc Márquez hacía tan bien el salto para el cambio de moto que Lorenzo le dijo a los suyos que debían ensayar la misma mañana de la carrera. Y Pedrosa pidió a su mecánico que aguantase bien la moto. "Teniendo las piernas tan cortitas, tengo que llegar a saco, frenar tarde, soltar la moto, que me la recojan e impulsarme hacia la otra. ¡Todo un lío!". Hasta en eso les ganaba. En pericia, en saltar sobre su presa.

CAOS ORGANIZATIVO Pero en lo que fue un desastre, no Márquez, que también, sino el equipo Honda, fue en el cálculo que debieron de hacer para entrar en el box y cambiar de moto por culpa de que los neumáticos se deterioraran. "No voy a defender a Honda, pero este fin de semana ha sido un caos organizativo, de ahí que viviéramos una carrera caótica. Ninguno de nosotros está acostumbrado a este show", dijo Jorge Lorenzo.

La carrera empezó siendo a 27 vueltas, luego a 26 y, la misma mañana de ayer, se cambió a 19. El cambio de motos iba a hacerse entre la vuelta 12 y 14 y, la misma mañana del domingo, se ordenó que fuese en la 9 o 10. "Yo no voy a defender a Marc -- añadió Pedrosa--, pero Phillip Island es el peor circuito del Mundial para ver la pizarra y enterarte de lo que te dicen. Vas a 340, hace un viento de narices, la moto vibra, tiembla, solo tienes ojos para controlarla, la visera del casco está llena de mosquitos y, encima, empezaba a llover".

Pero Pedrosa no se equivocó. Entró en la nueve y salió volando. En la siguiente, en la 10, la última que se podía utilizar, entró Lorenzo y también salió bien. Márquez se quedó en la pista y entró en la siguiente, la 11, la primera que no se podía. "El error --explica Livio Suppo, jefe del equipo Repsol-Honda-- fue creer que si no completabas esa vuelta, pues Marc entró antes de completar la 11, no contaba pues habías hecho las 10 primeras con la primera moto".

Fallaron en la estrategia. "No hay que pensar más. Pasar página y pensar en Japón, donde vamos a ser muy veloces, mucho", porque nuestra mentalización es muy alta", asegura el jefe del equipo Repsol-Honda.

UN GOLPE MUY DURO El salto de Márquez fue impecable. Salió y pilló a los dos. Es más, hizo vuelta rápida en su primer giro tras volver con la siguiente moto. Pero Lorenzo ya sabía que a Márquez iban a mostrarle la bandera negra de descalificación. Y Pedrosa estaba ya muy lejos del primer puesto ya que su segunda moto "no iba como la primera". "A mí me dolió el alma --dijo Márquez-- pues verdaderamente salí con ganas, iba fuerte, me veía ganador". "Pues sí, si no lo descalifican, Marc me hubiese ganado, iba muy fuerte", admitió el mallorquín, que sumó su victoria número 50 en el Mundial y se pone a 18 puntos del bicampeón Márquez. "Todavía hay un poquito más de campeonato. No mucho. Un poquito", dijo Lorenzo. Si Marc gana en Motegi (Japón), el domingo, y Lorenzo no hace segundo (idéntica cuenta a la de Phillip Island), Márquez se proclamará campeón del mundo. Las cuentas son las mismas que las de ayer, y son en las que piensa todo el equipo de Marc, el Repsol-Honda.

EL PRODIGIOSO RINS Todo este caos se lio en Australia el día en que Alex Rins fue Alex Wins por sexta vez este año, en otra última vuelta prodigiosa donde ganó por tres milésimas a Maverick Viñales. Rins está ya a cinco puntos de Luis Salom, tercero. Y el día en que Pol Espargaró aprovechó que Scott Redding yacía en el hospital, operado de la muñeca izquierda, y que Tito Rabat se iba al prado y arruinaba su Mundial. Polyccio arrasó y ya es líder de la categoría de Moto2 y firme favorito.

El salto de Márquez fue al vacío. El salto de Rins asusta a Salom. Y mucho. El salto del pequeño de los Espargaró lo convierte en casi, casi, campeón del mundo.