Hasta Sandro Rosell está en completo desacuerdo con la decisión adoptada el pasado lunes por la directiva del Barça de prohibir la entrada gratis a los menores de 7 años a partir del clásico contra el Madrid del próximo 26 de octubre. El presidente azulgrana entiende el enfado de los niños y, por supuesto, de los padres que ven truncada, de manera inesperada y por imperativo legal --la ley se elaboró en el 2007, pero nunca se ejecutó--, una tradición que había convertido el templo culé en un relevo generacional. Rosell fue al estadio sentándose en la falda de su padre, Jaume Rosell, que fue gerente del club en la época de los 70. Algo que ya no se podrá repetir dentro de nueve días porque la junta desea que se cumpla, ahora sí, la ley. "Prefiero un titular que diga 'Rosell no deja entrar a un niño' a uno que diga 'Rosell ha matado a un niño'", argumentó el dirigente azulgrana ayer por la mañana en una improvisada entrevista en Cataluña Radio. Consciente ya la directiva, en ese momento, del tremendo impacto negativo de la decisión tomada el lunes y anunciada de manera inesperada, a menos de dos semanas del clásico con el Madrid. "Yo soy el primero que estoy en contra de la decisión que he tomado desde el punto de vista popular, pero desde el punto de vista de la responsabilidad es nuestra obligación", argumentó. Tras escuchar a los responsables de seguridad del club, la directiva tomó la decisión, rompiendo de forma súbita una tradición que ha perdurado más de medio siglo.