Parece que esto se acaba, pero no. Quizá las eliminatorias estén más cercanas a la utopía que a la realidad, pero sería peligroso dejarse llevar. No es lo mismo acabar séptimo que decimoséptimo. No es lo mismo quedar dos temporadas seguidas entre los diez primeros, algo que el Córdoba no ha conseguido en décadas, que confundirse entre la mediocridad.

Me llamó especialmente la atención una cosa, uno de los cánticos, cuando parte de la hinchada clamó: "¡Estamos hasta los h...!". Y yo me pregunto: ¿De qué? ¿De estar peleando por el ascenso? ¿De un año y medio de buen fútbol y aspiraciones? ¿De llegar a octavos de final en la Copa? ¿De ver al Barcelona en El Arcángel? No entendí muy bien ese hastío que dijo sentir parte de la afición con un equipo que lleva ya un tiempo dando algo que aquí muchos no habían visto. Entiendo la crítica constructiva y fundamentada, están bien los pitos y la desaprobación cuando no se cumplen los objetivos, como así está siendo. Pero conviene recordar cuáles son esos objetivos. No es lo mismo fracasar por el ascenso que por el descenso. El descontento se produjo con el equipo décimo. Hace tres temporadas se celebró por todo lo alto una goleada al Real Unión que dejó al Córdoba 17º.

Esnáider deberá intuir cuáles son los jugadores más comprometidos, más honrados y tirar de ellos en este tramo final de Liga que se puede hacer muy largo. Bien harán los futbolistas en decorarlo si no quieren ser recordados como los integrantes de aquel equipo que demostró saber jugar al fútbol a la perfección, pero que de buenas a primeras y sin motivo aparente, decidió renunciar.