En los años 60 del pasado siglo, Juanín, cordobés nacido en Nerva (Huelva), fue el líder indiscutible del equipo que alcanzó las metas deportivas más altas a las que ha llegado el Córdoba. Juanín fue leyenda en vida. Ahora es mito. El cordobesismo tiene que estar eternamente agradecido a su paradigma de futbolista total -sacrificio, largo recorrido, clase y gol--. Juanín no admite comparación --que perdonen todos los futbolistas buenos que han vestido la blanquiverde--. Fue un futbolista de época, un cordobesista puro y un cordobés íntegro. Lo dio todo, en el campo -como jugador y preparador de postulantes al primer equipo-y fuera -como persona y cordobés ejerciente--. Los que nacimos a principios de los 60 nos hicimos cordobesistas con sus goles. Es un héroe para el cordobesista al que la memoria le da de sí lo suficiente. En los lugares donde se veneran a los héroes, a tipos como Juanín se les recuerda retirando el número de su camiseta, dedicándoles una puerta o un fondo del estadio, y una calle o un polideportivo. Ayer, sólo había que buscar su nombre en Google para comprobar la repercusión de la noticia de su fallecimiento a nivel nacional. Sepa el cordobesismo joven --futbolístico o no-- y el advenedizo que todo lo que ha dado Juanín al Córdoba y a Córdoba no se paga con un simple minuto de silencio. Juanín no merece silencio, sino un recuerdo perpetuo. ¿Estaremos a la altura del más grande?