Desde primera hora de la mañana, una vez conocido el fallecimiento de Juanín, el tanatorio de Las Quemadas fue un constante ir y venir de personas. Una amplia mayoría de sus excompañeros querían estar al lado de los dos hijos, María del Pilar y Juan Alfonso en una jornada tan triste para ellos. Precisamente, en casa de su hija, en Cáceres, fue donde tuvo Juanín su última recaída, teniendo que ser traslado a Córdoba debido a su gravedad.

Muchos conocían el alcance de su enfermedad, pero se aferraban porque no querían pensar que se marchara tan joven, pensando que todavía tenía que impartir muchas clases a los chavales en Vista Alegre, ese campo de fútbol que tanto trabajo les costó conseguir a él y a Diego Moreno, y en el que a partir de ahora se notará una ausencia muy importante.

Muy pronto se conoció el fatal desenlace --alrededor de las nueve de la mañana-- y la carretera de Madrid, en dirección al tanatorio, se convirtió en un rosario de coches que querían llegar cuanto antes para estar junto a a los hijos de Juanín. Las palabras de cariño hacia el centrocampista eran continuas. Se notaba en el ambiente que ha dejado una huella honda en sus amigos

El Córdoba, a través de un comunicado, se unió al dolor de la familia, al igual que, a título personal, el guardameta Alberto García, uno de los capitanes de la plantilla, quiso dar el pésame "a la familia, al cordobesismo y a las personas que tuvieron el placer de conocer a un grandísimo jugador y una grandísima persona, por lo poco que pude tratar y transmitir", haciendo extensiva su opinión "al resto del vestuario".