Para empezar, tres campeones en el podio. Para arrancar, tres coches distintos en el cajón. Como inicio, un GP trepidante sembrado de espectaculares adelantamientos y estrategias dispares. El inicio del Mundial no ha defraudado. La F-1 necesitaba rivales de entidad para frenar la tiranía de Red Bull y la foto de Australia, a menudo premonitoria de cómo va a ser el año, ha pintado a un Lotus fortísimo, un coche rápido y dulce con los neumáticos, que permitió a Kimi Raikkonen presentar su candidatura al título mundial.

Ganó el Iceman de los mejores tiempos, eficaz, sereno, rapidísimo. Pero Lotus no está solo en la guerra contra los tricampeones. Ferrari ha regresado. "Es la mejor noticia en este arranque", confiesa Bernie Ecclestone. El F138 también batió a los Red Bull en manos de un Alonso combativo, espectacular, feliz de conducir un coche capaz de luchar, esta vez sí, por el triunfo. Sebastian Vettel miró desde el tercer escalón del podio a los chicos de la generación anterior, a los del 79-81, disfrutando como antes de que él irrumpiera en el Mundial con su dedo índice. Restan 18 carreras y nueves meses de una feroz lucha entre los tres.

Claro que los equipos han llegado tan verdes en la comprensión de los nuevos Pirelli que a esa guerra aún se puede unir Lewis Hamilton, tan agresivo como siempre, pero con un Mercedes que acabó con sus gomas antes de tiempo, antes de lo que pensaban sus ingenieros, que debieron cambiar la estrategia de dos a tres paradas sobre la marcha.

Más lejos arrancó McLaren. Les ha cogido el toro. Han empezado tan perdidos como Ferrari en el 2012 y quizá por idéntico motivo, el empleo de la suspensión pull road (invertida) en el tren delantero, un proceso que necesita muchos kilómetros para afinarse. Button, el quinto campeón de la parrilla, fue noveno.

Hay cosas que, sin embargo, no cambian. En Red Bull los problemas caen casi siempre en el coche de Mark Webber. El australiano comprobó con pavor que la telemetría de su RB9 se había vuelto loca. No tenía ni un dato sobre qué mapa de motor, embrague y acelerador elegir. Y claro, en la salida, se quedó patinando.

La calificación, disputada en su Q-2 y Q-3 en la misma mañana del domingo (tras el diluvio del sábado) había dejado a Raikkonen séptimo por detrás de los dos Red Bull, de los Mercedes de Hamilton (tercero) y Rosberg (sexto), por detrás también de los Ferrari, en los que Felipe Massa había ganado la cuarta posición a Alonso por tres milésimas, una infinitesimal diferencia que, a la postre, pudo costarle la victoria al asturiano: "Estoy contento porque hemos empezado con un coche muy competitivo, pero triste por no haber logrado la victoria", desveló el ovetense.

Sí, quizá hubiera podido ganar de no tener que batallar en las primeras vueltas, mientras Raikkonen progresaba por detrás con aire limpio, mimando sus neumáticos. La mejor noticia para Alonso, para Ferrari, es que los coches rojos mantienen un secreto que los hace temibles en las arrancadas. Tanto que, de no verse obstaculizado por Hamilton, Alonso habría podido disputar el liderato a Vettel en la primera curva. Casi lo hizo Massa saliendo por la parte sucia. Alonso se colocó tras su colega, una vez que rebasó al inglés.

Luchó Alonso para pasar a Massa en las primeras vueltas, pero el brasileño no cedió. Ni siquiera la lucha fraticida entre los dos Ferrari permitió a Vettel distanciarse en cabeza. En Red Bull eligieron un set-up espectacular para la calificación, pero que desgastó sus neumáticos. Los superblandos aguantaron ocho vueltas, Vettel, Massa y Alonso regresaron de boxes en el mismo orden y dejaron líderes a los Mercedes, que retrasaron su entrada para ir a dos paradas. Ahí tiraron sus opciones. Perdieron mucho tiempo con los neumáticos degradados y, finalmente, no tuvieron más remedio que hacer un tercer cambio de ruedas.

La carrera se decidió en la segunda parada. Alonso se detuvo antes que Vettel y Massa. Alonso volvió a pista por delante de su compañero y del alemán. "Adelantar la segunda parada nos permitió ganar la segunda posición, pero nos comprometió la lucha contra Kimi", desveló Alonso, que no dispuso de neumáticos frescos en las vueltas finales para apretar a Raikkonen. No le importó. "Era un fin de semana complicado, con trampas en la calificación en mojado, con una carrera con tráfico y muchas oportunidades de cometer un error y acabar con un cero. Por eso soy la segunda persona más feliz del mundo en este momento", concluyó el asturiano.