Imagino que Aritz López Garai meditó mucho su reaparición de ayer por las redes sociales después de la paliza al Almería (4-1) en El Arcángel y su doblete anotador, tras una semana de presión a cara de perro con un incómodo foco deslumbrando su cara y la del cordobesismo que sí cree en este proyecto. Pues el futbolista de los célebres campos de amapolas lo hizo unas cuatro horas y media después de la batalla y "feliz", según tuiteó, dio las gracias a los suyos con un "Juntos y unidos se puede..." a modo de epílogo. El personaje y los mensajes no son nada triviales. El cogió la bandera y la clavó en su particular Iwo Jima. Y es que en medio de un ambiente hostil muy localizado tras cinco jornadas de bache, ayer el Córdoba solo devolvió el estado de ánimo a donde le corresponde por trayectoria --la Liga son 42 jornadas, no cinco-- y, sobre todo, por jerarquía clasificatoria a cuatro del 'play-off'. Que nadie se lleve a engaño, el objetivo sigue igual de complicado que hace siete días, pero se merecen el beneficio de la duda.